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CRÓNICA NEGRA

"Yo la maté, mecagüenla"

"¿En el juicio no dijo que había sido usted?". "No. ¡Y nadie me lo preguntó, tampoco!". ¿Es posible que el procedimiento se haya hecho tan rutinario y críptico que se olvide de lo principal? ¿Es posible que una Justicia con cientos de jueces, miles de abogados, un presupuesto millonario, su CGPJ y su TC, se olvide de que la principal tarea es establecer si alguien es culpable?


	"¿En el juicio no dijo que había sido usted?". "No. ¡Y nadie me lo preguntó, tampoco!". ¿Es posible que el procedimiento se haya hecho tan rutinario y críptico que se olvide de lo principal? ¿Es posible que una Justicia con cientos de jueces, miles de abogados, un presupuesto millonario, su CGPJ y su TC, se olvide de que la principal tarea es establecer si alguien es culpable?

José C., de O Couto (Lugo), estuvo tres años detenido en prisión provisional y luego fue juzgado por un tribunal del jurado, que le absolvió. Se trataba del homicidio de una mujer, según se dice una trabajadora del amor, encontrada muerta en la bodega de la casa del sospechoso, que solía contratar sus servicios, así que todo parecía encajar. El fiscal pedía un montón de años, pero el jurado de jueces legos no vio elementos para una condena y, lo dicho, le absolvió.

José no parece estar bien de la azotea, de hecho visita al psiquiatra, que le tiene medicado. Durante el tiempo que estuvo preso le daba vueltas al caletre, y nada más pisar la calle, ya en libertad, se dejó convencer por un periodista de los de raza, de los de antes: Carlos Cortés, de La Voz de Galicia, para visitar juntos la escena del crimen.

Nada más llegar, José le dijo lo que parecía estar esperando:

Yo la maté, la traje a casa y luego la maté.

Ese día había tomado la medicación, dice el presunto, aunque podría ser mentira, como era mentira que no supiera quién había matado a la mujer. La hizo ir a su casa, mantuvo con ella un encuentro cariñoso, pero llegado el momento la dio con un hierro. Era una buena chavala, "mecagüenla", no había hecho nada, pero José estaba "algo mal de la cabeza", cosa que el jurado popular no estimó, o estimó de mala manera, porque en el interrogatorio debieron de notarse las ganas que tenía de contarlo todo y descansar.

Lo preocupante es esto: ¿todo el aparato de abogados, fiscales y jueces, y luego nadie le pregunta lo esencial al acusado? Porque José quizás esté de los nervios, o chiflado, pero tonto no es. Si dice que nadie le preguntó, dice la verdad.

Es posible que alguien preguntara a su abogado, pero a él, ¿recuerdan, señores, le preguntaron a él? Entonces le habrían dado la oportunidad de decir la verdad, toda la verdad que estaba encubriendo. José no sabe por qué la llevó hacia la cuadra, por qué la dijo que la iba a dar aguardiente. Ella no dijo nada, o José no recuerda lo que dijo. Es difícil que se mantuviera callada, mientras veía venir el golpe. Lo peor es que estaban solos y él no quería matarla, pero de pronto le dijo que la iba a matar, esas cosas que tiene uno que está mal de la azotea. Ahora quiere que la familia le perdone porque no lo hizo queriendo.

La peripecia de José demanda una revisión de su caso, seguramente con tribunal de carrera, para que pueda valorar los indicios más allá del golpe pasional. Y sería conveniente revisar el cuestionario del procedimiento. ¡Por favor, que los juicios por homicidio comiencen obligatoriamente con el interrogatorio del acusado, y que la primera pregunta sea: "¿Mató usted a la víctima?"! Si dice que sí, por favor, dejen que se explique, porque nos ahorraremos sufrimiento y dinero.

Ahora que José ha cumplido 54 ya sabe lo difícil que es todo. Tenía un amor mercenario que se iba haciendo de rutina. Un día la mató, borrando indicios y pruebas; pero muy cerca, momificado, estaba el cuerpo del delito. Y en su mente, como una pelota, crecía la idea de acordarse de aquello que le hizo saltar: plaff, una blasfemia y el golpe. Tres años de dudas tras las rejas y el destello de una luz en un mechero de plata: tenía que confesar.

A la Justicia española le viene un rato bien: hay ya demasiados casos dudosos, casos en los que no puede hacer nada, porque está manca o coja para saber la verdad. Está bien que de vez en cuando le regalen el conocimiento de la verdad y le recuerden que nunca hay que dar por sabido si se ha preguntado lo suficiente. Tome nota el CGPJ.

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