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CRÓNICA NEGRA

Vélez Troya, detective antes que nadie... y sheriff de Tennessee

Era el decano de los investigadores privados de España. Vivía en Barcelona, donde tuvo una agencia céntrica y eficaz desde la que, según su currículo profesional, se ocupó nada menos que de 84.342 casos, infinitamente más que Auguste Dupin, Maigret y Sherlock Holmes juntos. Tenía una enteca figura llena de humanidad. Y era dueño de un coraje febril que le permitió aupar su profesión hasta el reconocimiento y la dignidad.

Era el decano de los investigadores privados de España. Vivía en Barcelona, donde tuvo una agencia céntrica y eficaz desde la que, según su currículo profesional, se ocupó nada menos que de 84.342 casos, infinitamente más que Auguste Dupin, Maigret y Sherlock Holmes juntos. Tenía una enteca figura llena de humanidad. Y era dueño de un coraje febril que le permitió aupar su profesión hasta el reconocimiento y la dignidad.
Hablamos de Eugenio Vélez Troya, presidente de honor del Colegio de Detectives Privados de Cataluña, que tuvo una vida llena de éxitos, amigos y esfuerzo. Todavía a los 86 años se encontraba animado y lleno de proyectos. Pero fue entonces que nos dejó. Una madrugada de un día de mayo. Vélez Troya era una fuerza de la naturaleza, un ser inspirado y trabajador, un batallador incansable. Un detective poderoso.
 
La última vez que nos vimos fue en el hotel Rafael Port de Barcelona, donde se celebraba la Noche del Detective, uno de sus inventos más queridos. Estaba rodeado de sus bellas e inteligentes hijas y de su querida esposa, y, como siempre, preocupado por que todos saliera bien. Nada más verme, me dijo con media sonrisa: "Me han dado seis meses de vida, pero ya han pasado ocho. Y yo me encuentro bien, aunque he perdido doce kilos".
 
Mi viejo amigo presentaba buen aspecto, aunque estaba algo demacrado. Eso no le impedía moverse como la cola de una lagartija. Después del saludo se fue a hacer los honores a otros invitados. Brillante y mundano, se reía con su rostro de quijote, simpático y ancho de bondad.
 
Eugenio nació en Torre de Juan Abad, Ciudad Real, de donde fuera señor Francisco de Quevedo y Villegas. Como él, era atrevido y decidor. En 1944 fundó su agencia de detectives, y obtuvo la primera licencia oficial de investigador privado de las concedidas en nuestro país. En 1948, mientras recopilaba datos sobre la mítica Carmen Broto por orden de un cliente, ésta fue asesinada. Eugenio tenía sus propias ideas sobre la motivación de aquel crimen con trasfondo político de espionaje y anarquistas. Por medio estaban dos espías alemanes, de los que nunca más se supo, y la tragedia de una mujer muy hermosa, nacida en Boltaña, Huesca.
 
Eugenio era un caballero de la investigación, como esos agentes aseados y bien vestidos que desenredan la madeja sin perder la compostura. En su boca una palabra amable, en sus ojos una mirada penetrante, y en su informe los datos contrastados, objetivos, fruto de un trabajo impecable. Fue, además, el primero que trajo a España, en 1964, el detector de mentiras, que manejaba como nadie.
 
Era tres veces diplomado en Criminología, de aquí a Boston; Medalla de Plata de Primera Clase al Mérito Profesional, Placa de Oro de la Asociación Mundial del Servicio Secreto, Sheriff Honorario de Davison County, Tennessee; incluso "miembro honorario de la Asociación Internacional de Mujeres Policías": en un tipo tan viril, se entiende bien por qué lo de "honorario". Y Medalla President Macià de la Generalidad de Cataluña. E Hijo Predilecto de su pueblo. Y...
 
Como decía más arriba, la muerte le sorprendió con las manos llenas de proyectos. Por ejemplo, estaba muy atareado con la creación, en Torre de Juan Abad, del Museo Internacional del Detective, que será único en el mundo. El viejo detective, que tenía pistas suficientes para darse cuenta de que esto se acababa, pedía un poco de prórroga: "Ojalá tenga tiempo. Tenemos que hablar. Verás qué cosa más buena". Yo le miraba exhausto y espantado a las dos de la mañana, mientras me citaba temprano en su casa para el día siguiente.
 
Autor de dos libros absolutamente recomendables: Los detectives o investigadores privados y Las otras huellas, este Manchego del Año, este ciudadano honorario de Nashville, este miembro honorario de la Comunidad de Alcaldes del Estado de Nueva York es el espejo en que han de mirarse quienes quieran dedicarse al mundo de los detectives, repleto de intrigas y desafíos. Encontrarán en su biografía la grandeza de un hombre bueno que hacía planes incluso una vez desahuciado porque tenía a gala fiarse sólo de sus propias fuerzas.
 
Le doy las gracias por un legado tan impresionante como el que deja... y por no haberse olvidado de enviarme los libros prometidos. Como siempre, hasta el final, hizo honor a su palabra. La muerte tuvo que esperar a que Eugenio Vélez Troya se dignara recibirla. Con el deber cumplido, faltaría más.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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