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PANORÁMICAS

Un Prophète: el Padrino moro

Estas semanas ha lanzado Nicolas Sarkozy en Francia un debate nacional sobre qué significa ser francés en la época de la Unión Europea, la globalización y la multiculturalidad. Buena pregunta.

Estas semanas ha lanzado Nicolas Sarkozy en Francia un debate nacional sobre qué significa ser francés en la época de la Unión Europea, la globalización y la multiculturalidad. Buena pregunta.
Nicolas Sarkozy.
La cuestión sobre la identidad nacional no es un fraude si se plantea desde la diversidad ciudadana y como el resultado de un proceso político, y no como si aquélla fuese un ente divino e inmutable. Si se atiende a las circunstancias históricas y no a una metafísica trascendente. Hubo un tiempo en que La Marsellesa era un símbolo universal de libertad (en la Casablanca de Humphrey Bogart, por ejemplo), pero hoy recibe una pitada monumental cuando juega la selección nacional de fútbol ¡en la misma Francia! París es hoy la capital de los que consideran que su única patria es la que le da de comer.

Jacques Audiard proféticamente adelantó la cuestión en su película El profeta,valga la redundancia. Ganadora en el último Festival de Cannes del Gran Premio del Jurado y seleccionada por la Academia de Cine francesa para representar al Hexágono en los Óscar, es la principal candidata a los Premios del Cine Europeo, junto a La cinta blanca de Michael Haneke y Los abrazos rotos de Almodóvar. Es prodigiosa porque ha conseguido alcanzar un complejo equilibrio entre los códigos del cine carcelario, la metáfora política y el documental social sin caer en ninguno de los clichés esperables. Todo ello salpimentado con unos, eso sí, discutibles ramalazos fantásticos. Su programa cinematográfico es paradigmático:
Una especie de película de vaqueros, como El hombre que mató a Liberty Valance pero sin John Wayne.
En una cárcel encierran a Malik(interpretado por la revelación Tahar Rahim), un franco-árabe de dieciséis años que tendrá que sobrevivir durante seis años de encierro a una banda de corsos, que lo usa como poco menos que como esclavo, y otra de árabes, que lo desprecia por traidor a su etnia. El patriarca de los corsos, César Luciani(encarnado por el actor fetiche de Audiard, Niels Arestrup), introducirá al joven analfabeto e inexperto en el mundo del crimen a gran escala, enfrentándolo con sus propios orígenes y haciéndolo vivir en la tierra de nadie de los traidores a la patria y los apátridas.

Dos secuencias iluminan la vertiente moral del film. En una de ellas le preguntan a Malik cuál es su lengua madre, a lo que él responde, balbuceando al bucear en sus recuerdos, que tanto el francés como el árabe. Ese doble conocimiento, en lugar de facilitarle las cosas le convierte en un apestado para las dos comunidades, que dan más importancia a lo que les separa que a lo que les une. La otra le acontece a uno de los colegas árabes que consigue tener Malik: al pedir trabajo en una compañía como telefonista le dicen que, cuando se dirija a los clientes, cambie su nombre árabe por uno genuinamente francés...

No es por casualidad, sino por lúcida ironía, que la representación del eterno francés se haya cifrado en los corsos, ya que éstos a su vez han sido considerados franceses extraterritoriales, ahora en conflicto con esos franceses también ultraextraterritoriales que son los árabes. Y es que en tiempos en los que el presidente de la República es un descendiente de húngaros y judíos, Francia ha dejado de ser una aldea de irreductibles galos para mutar en un híbrido aún no se sabe si estéril...

Película de género que hace emerger sin indigestos alardes un mensaje socio-político de calado sobre el dilema hamletiano patriótico: ser o no ser... francés, esa es la cuestión, Jacques Audiard combina con habilidad los últimos éxitos de las series televisivas estadounidenses de temática carcelaria (Prison Break, Oz) con la sequedad y el formalismo expresivo del cine europeo más vanguardista y comprometido (fundamentalmente, esa obra maestra de Alexander McQueen que es Hunger, aún, qué vergüenza, sin estrenar en España), aunque matiza con una orientación hacia la gran pantalla del mejor cine europeo artesanal del momento, de La caja 507, del español Enrique Urbizo a Romanzo criminale, del italiano Michele Placido. Y, al fondo, como un modelo representacional básico, la figura actoral demiúrgica del Al Pacino, que creó al Tony Montana de Scarface, al Michael Corleonede El Padrino y al Carlito Brigante de Atrapasado por su pasado, tipos que acceden al top de la criminalidad desde el desarraigo y que ven en aquélla una forma de integración en una comunidad, aunque sea la mafiosa. En cualquier caso, y si no han tenido oportunidad de verla en los preestrenos realizados en algunos festivales de cine españoles, como el de Sevilla, pueden ir abriendo boca revisando la filmografía esencial del francés en DVD: Lee mis labios, Un héroe muy discreto y De latir, mi corazón se ha parado. Les valdrá la pena.

Construida desde los sólidos cimientos de un guión hábilmente construido (uno de los puntos débiles del cine europeo de autor; aquí el éxito descanda en el trabajo de tres años del realizador con Thomas Bidegain, sobre un original de Abdel Raouf Dafri y Nicholas Peufaillit), Audiard maneja con oficio la intriga, el suspense y la construcción psicológica de los personajes, sobre todo del Malik encarnado a sangre y fuego por el debutante Rahim, aunque también merece comentario la rocosa presencia de Arestrup como el líder de los corsos. Y es que Audiard no construye su autoría desde el olímpico desdén a los actores sino a partir de ellos: estamos ante un trabajo de meticulosa orfebrería cinematográfica en el que se responde a la pregunta sarkoziana con una paradoja: la manera de ser francés, en el siglo XXI y más allá, pasa por dejar de ser francés, del siglo XX y más acá.


UN PROPHÉTE (150 min., 2009). Director: Jacquies Audiard. Guión: Jacques Audiard, Thomas Bidegain. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Stéphane Fontaine. Intérpretes: Tahar Rahim, Niels Arestrup, Salem Kali, Alaa Oumouzoune. Calificación: Reveladora (8/10).

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