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CRÓNICA NEGRA

Un Landrú pedófilo

Hacía mucho tiempo que de Francia no nos llegaban notician de un gran asesino a lo Petiot o a lo Landrú, el célebre Barba Azul. En estos días, en Charleville-Meziers se juzga a Michel Fourniret, aspirante a cura, pedófilo, obsesionado con las mujeres que no han conocido varón y presunto asesino en serie. Él mismo se ha bautizado con el sobrenombre de el Monstruo de las Ardenas.

Hacía mucho tiempo que de Francia no nos llegaban notician de un gran asesino a lo Petiot o a lo Landrú, el célebre Barba Azul. En estos días, en Charleville-Meziers se juzga a Michel Fourniret, aspirante a cura, pedófilo, obsesionado con las mujeres que no han conocido varón y presunto asesino en serie. Él mismo se ha bautizado con el sobrenombre de el Monstruo de las Ardenas.
Michel Fourniret.
En este momento de democracia-sólo-en-el-escaparte, en el que cada vez más se nos oculta información, apenas se nos habla de una figura delincuente que cualquier día podríamos encontrar actuando en nuestro territorio. Dicen de Fourniret que es mitómano y tiene absurdas ideas de grandeza. Se le acusa del asesinato de siete jóvenes vírgenes. Él, por su parte, ha confesado que siente necesidad de humillar a las personas. Como cualquier otro asesino.
 
Hasta hace poco se decía de un matamujeres que era "un landrú". La cosa viene de la zapatiesta que armó ese gran criminal francés, que llevaba una larga lista de posibles víctimas en una libreta negra. Las seducía, les sacaba los cuartos y las mataba, y después quemaba sus restos. Tenía ojos hipnóticos, una calva reluciente, que nunca le impidió desplegar sus mejores artes seductoras, y la mentira siempre en la boca. Se hacía pasar por hombre de negocios, ingeniero o comerciante; siempre, por un hombre adinerado que acudía en ayuda de damas en apuros. Era una especie de "bombero del amor" que acababa matando por sofocación tras aplacar el fuego.
 
Este Michael Fourniret es un sexagenario de pelo gris muy bien conservado, con aspecto de sabio distraído, barba blanca y aire de escritor existencialista. Flaco y ligón para su edad, su devoción es perversa: obsesionado con la pureza de la Virgen, se trazó por misión desvirgar muchachas, luego se someterlas a crueles torturas.
 
En los tiempos que corren, encontrar virgos es tan difícil como lo fue para Jardiel Poncela. A Fourniret no le habrían bastado las once mil del célebre humorista español, puesto que su impulso le convierte en un coleccionista, en una suerte de Landrú pedófilo. En su historial de crímenes hay un cómplice excepcional, su pareja: Monique Olivier. Con ella, el Monstruo de las Ardenas se eleva a las cimas de maldad de un Ian Brady y una Mira Hindley, los Monstruos de las Landas, en la Inglaterra de mediados de los 60 del siglo XX. Podríamos imaginar incluso tres parejas en una carrera de relevos: Ian y Myra, Michel y Monique y, en la España de esta hora, Santiago Valle y su legítima.
 
La investigación policial ha descubierto que hubo un pacto secreto entre Fourniret y Olivier mientras el primero cumplía condena por abusos sexuales. Como todo asesino pederasta, aquél tiene un pasado que comprende desde el más inocente exhibicionismo hasta el más retorcido homicidio. En 1967 ya estaba penando por acosar a una menor. En 1984 se le imputará la comisión de abusos sobre once vírgenes. En 1987, cuando sale de prisión, se estrena como homicida. Su primera víctima es Isabelle Lavilla. En 2003 la policía le detiene en Bélgica y evita que secuestre a una niña de 13 años. Ya en 2004, su compañera le culpará de los crímenes, presionada por la policía, que ha descubierto la naturaleza de su colaboración. El Monstruo se derrota y admite los hechos.
 
En un principio Olivier, una de esas locas que se cartean con los grandes asesinos, le escribió contándole una supuesta experiencia personal. Fue como la propuesta de la Highsmith en Extraños en un tren: tú me libras de mi marido, que me ha vejado sexualmente y me ha obligado a entregarme a otros, en medio de la mayor degradación, y yo seré tu esclava. Al menos Monique cumplió, presuntamente, su parte del trato, y proporcionó algunas de las vírgenes al depredador. Actuó como Hindley, que llevaba pequeños a Brady, que los sometía a sevicias y agresiones hasta la muerte; a veces recrearon la agonía grabando los gritos del horror.
 
Los crímenes de Fourniret, que, al contrario de los de su colega Landrú, nadie nos cuenta día a día, mientras su juicio se prolonga durante semanas, dado el caudal de actos vandálicos y despiadados, son muy literarios. Su asistente sexual y compinche le escribía en las cartas divulgadas por la investigación con el seudónimo de Ninotckha, dado que inspiraba sus reflexiones en Dostoievski y en una de las obras cumbre de éste, el tormentoso Crimen y castigo. En cuanto a, Fourniret adoptaba el rol de "tigre criminal" en El libro de la selva, de Kipling.
 
El asesino de vírgenes pudo leer misivas de una compañera espiritual entregada, lo que masajeaba su ego: "Sabes que te adoro", "Haré lo que me pidas", "Ejecutaré tus órdenes con placer". Como a tantos asesinos en serie, desde Ted Bundy al satánico Charles Manson, el ardor femenino de una tribu masoquista le hablaba por la pluma de Monique. Eso halaga sus delirios de omnipotencia, con lo que dicen los psiquiatras que compensa su profundo complejo de inferioridad. El Monstruo de las Ardenas resultaría así, en una carambola mortal, el instrumento de la venganza de Monique Olivier. Sabedora de que su especialidad eran las menores, no dudó en ponerse a su servicio. Es la parte que normalmente no se aborda en los crímenes perpetrados por varones: la parte femenina.
 
Los estudios de la mente de Fourniret acreditan que se trata de una persona con una inteligencia privilegiada. Sin embargo, fue incapaz de prever que la policía grabaría sus conversaciones con Monique desde que fue capturado en Bélgica. Los asesinos geniales suelen ser vencidos por funcionarios que se hacen los tontos. Para los padres que siguen el juicio en los bancos del público, el peor de los dos es ella: planeó las diversas ejecuciones.
 
Michel dice que no puede reprimir su deseo ante una virgen. Dada la magnitud de su maldad, la policía le supone autor de otros ocho asesinatos, que no le ha podido imputar. Todas las víctimas dan el perfil: jóvenes, vírgenes y violadas.
 
Prueba de que en todas partes cuecen habas, Fourniret es un gran asesino gracias a un error judicial: fue puesto en libertad por buen comportamiento, y porque se consideró que se había rehabilitado, cuando era simplemente un abusador de niños. Inevitablemente, no solo se convirtió en un reincidente, sino en un asesino múltiple.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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