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CÓMO ESTÁ EL PATIO

Senadores con pinganillo

Las agencias de calificación de riesgo como Standard and Poor's están siendo extremadamente generosas con el gobierno de Zapatero. Nos han rebajado la puntuación sólo un nivel, cuando deberían estar aconsejando a todos los inversores internacionales que huyan de la deuda pública española mientras estén a tiempo, si no quieren hacer un papelón como el de los tenedores de deuda griega.

Las agencias de calificación de riesgo como Standard and Poor's están siendo extremadamente generosas con el gobierno de Zapatero. Nos han rebajado la puntuación sólo un nivel, cuando deberían estar aconsejando a todos los inversores internacionales que huyan de la deuda pública española mientras estén a tiempo, si no quieren hacer un papelón como el de los tenedores de deuda griega.
Han rebajado nuestro rating en un tramo solamente, y aquí sería oportuno decir lo que Franco a sus colaboradores cuando algún periódico extranjero hablaba bien del régimen: "Entérense de cuánto nos ha costado". Sobrevivimos en el mercado del préstamo internacional porque los lobbies financieros no pueden perder clientela y todavía quedan varios millones de incautos a los que embromar, no porque nuestra situación objetiva invite a invertir en nuestra economía, pues cada día es más difícil saber si vamos a poder restituir el dinero con los intereses correspondientes.

Y como la clase política española es consciente de cuáles son los retos a los que nos enfrentamos en un escenario de crisis brutal, ahí la tenemos, ocupada en permitir que un puñado de profesionales de la cosa (política), la inmensa mayoría con serias dificultades para expresarse correctamente en el idioma español, esmalten la historia del pensamiento occidental empleando sus dialectos vernáculos con la ayuda de la traducción simultánea.

Aquellos jóvenes que fueron el hazmerreír de la Facultad de Filología al especializarse en traducción simultánea vascuence-gallego o bable-aranés, hoy pueden presumir de su excelente vista profesional, porque el cuerpo de traductores del Senado Español va a ser, a partir de ahora, su hogar dulce hogar profesional. Se lo van a llevar crudo y dorado.

De momento, sólo se van a traducir las intervenciones de los senadores que se realicen en las lenguas regionales sancionadas en los respectivos estatutos de autonomía, pero como los políticos españoles son muy sensibles al hecho diferencial y bastante refractarios al agravio comparativo, es previsible que en muy poco tiempo un senador asturiano haga una pregunta en bable para que el ministro de turno le charre en grausino (dialecto de Aragón Occidental), mientras los senadores por Andalucía disfrutan de la traducción simultánea a la lengua de su realidad nacional con los giros y el gracejo naturales de esa bella parla.

Tras casi cuarenta años sin saber para qué sirve exactamente el Senado, más allá de garantizar un quinto sueldo público a madres de la patria como Leyre Pajín, parece que los contribuyentes van teniendo una idea aproximada de la importancia de esta institución para el desarrollo y el bienestar de los pueblos de España.

Hace unos años estuvimos a punto de construir a nuestro esforzado cuerpo senatorial una réplica de las termas de Caracalla, para que, entre sesión y sesión, sus miembros y miembras se liberaran del estrés que les provoca su infernal ritmo de trabajo y pudieran sortear así el infarto de miocardio. La idea no llegó a concretarse, pero nunca es tarde para recuperarla. Con el sindiós cacofónico que se va a organizar en ese santuario de la galbana en cuanto sus miembros y miembras comiencen a chapurrear la lengua de su terruño, más de uno va a tener que tomar las aguas. Especialmente los traductores de extremeño-chistabino. ¡Cántatela, perdiguera!
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