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PANORÁMICAS

¿Quién necesita a Superman?

Homer Simpson, a punto de precipitarse al vacío, alzaba los brazos al cielo e imploraba: "No soy un hombre religioso, pero si Tú estás ahí arriba, te lo ruego... ¡Sálvame, Superman!". En la saga Matrix los hermanos Wachowski jugaron la carta mesiánica del protagonista Neo, una imitación cibernética de Jesús de Nazareth. En Superman vuelve es Bryan Singer el que explícitamente subraya el carácter divino del superviviente de Krypton, Superman de Hollywood.

Homer Simpson, a punto de precipitarse al vacío, alzaba los brazos al cielo e imploraba: "No soy un hombre religioso, pero si Tú estás ahí arriba, te lo ruego... ¡Sálvame, Superman!". En la saga Matrix los hermanos Wachowski jugaron la carta mesiánica del protagonista Neo, una imitación cibernética de Jesús de Nazareth. En Superman vuelve es Bryan Singer el que explícitamente subraya el carácter divino del superviviente de Krypton, Superman de Hollywood.
Su padre, Jar-El (un "resucitado" Marlon Brando, voz en off mediante), le dice que envió "su único hijo" a la Tierra porque la confusión del corazón humano necesita una guía espiritual. Y además del clásico color de la ropa, rojo y azul, siguiendo la tradición simbólica de ilustrar gráficamente el componente divino y terreno, son varias las ocasiones en que Superman remeda situaciones evangélicas, por ejemplo cuando se desploma hacia la Tierra adoptando una posición que recuerda la crucifixión.
 
Pero, a diferencia de Matrix, la dimensión religiosa no deja de ser un pegote interesado y circunstancial sin más interés que reflejar el carácter general de la película. La trama es simple: Superman (Brandon Routh) ha estado ausente cinco años, durante los cuales la principal novedad en la Tierra es que su amada y amante Lois Lane (Kate Bosworth) ha tenido un hijo, que comparte con su pareja de hecho, otro periodista del Daily Planet de Metrópolis. El ménage à trois periodístico y sentimental va a ser el ingrediente picantón de la película. Justamente durante esas fechas Lois Lane va a recoger un premio Pulitzer por un artículo en el que ponía en cuestión que el planeta, los Estados Unidos y ella misma –aunque esto último no lo especificaba– necesitasen al hombre de acero.
 
Sin embargo, y en una primera hora de gran espectacularidad, los hechos parecen desmentir su tesis. Superman consigue poner un transbordador en órbita, parar un avión de pasajeros a sólo unos cuantos centímetros del suelo y salvar, de paso, a su adorada Lois sin despeinarse. Pero Singer abandona el sendero de los efectos especiales, lástima, para recrearse en el edulcorado reencuentro de Lois y Superman con algún que otro ribete de culebrón. El acartonado acaramelamiento de los protagonistas, Brando Routh –convertido en icono gay– y Kate Bosworth –una supuestamente intrépida y listísima periodista que no se entera de nada– consume demasiado metraje, alargando la película hasta unos insoportables 156 minutos. ¿Dónde está la tijera de los productores cuando se necesita?
 
Son divertidas, por lo rocambolescas, las peripecias argumentativas que han de llevar a cabo los guionistas para "salvar" el honor de la dicharachera y un tanto borde periodista. En ausencia de Superman ha tenido un hijo, que puede o no ser un vástago del de acero. El caso es que su actual pareja cree que el hijo es suyo. Lois Lane, la defensora a ultranza de la verdad caiga quien caiga, es, después de todo, tan mentirosa e hipócrita cuando le conviene como el común de los mortales. Para que el respetable no frunza el ceño ante el doble rasero de la ganadora del Pulitzer, en lugar de matrimonio la hacen entablar con su engañado amor terráqueo "un compromiso mantenido en el tiempo". De hecho, el personaje del marido oficioso es el más interesante de toda la película. Interpretado por un actor habitual de Singer, James Marsden (el Cíclope de La Patrulla X), demuestra tener más valentía y lucidez que la impetuosa pero atrabiliaria Lois y el estólido buenazo de Superman.
 
Por otro lado, aprovechando que Kar-El, el nombre kriptonita de Superman, había ido a buscar los restos de su identidad al cementerio en que se había convertido su planeta originario, el malvado Lex Luthor, un Kevin Spacey que infantiliza y descafeína al malvado, ha planeado apoderarse de la tecnología kriptonita y, con ella, adueñarse del mundo, matando a miles de millones de personas. Superman será el primero de su lista de bajas.
 
Joe Shuster y Jerry Siegel crearon al personaje de la elástica azul, la capa roja y una gran S en el pecho en 1938. En aquel momento el término "superhombre" que más se empleaba era el patrocinado por Nietzsche, que había profetizado la llegada de una bestia rubia que habría de terminar con los valores burgueses del humanitarismo. Por el contrario, el cómic de Shuster y Siegel se convirtió en la antítesis del héroe nietzscheano. La libertad, la lucha contra el terror, la justicia y la verdad eran los principales valores de esta encarnación pop del sueño americano. Pero Singer ha cambiado la inocencia pop del personaje, que recogía admirablemente la primera película de Richard Donner, por un fetichismo kitsch que apenas servirá para alimentar el consumismo barato asociado al merchandising acostumbrado.
 
El próximo año por estas fechas está previsto que se estrene en los cines Los Simpson: La Película. Lo único que se sabe de su contenido es un adelanto en el que se puede ver una gran S. Después se observa a Homer con una camiseta de Superman a punto de reventar por la barriga. Ojalá SuperHomer nos devuelva al gran héroe americano.
 
 
Superman returns (EEUU, 2006; 156 minutos). Director: Bryan Singer. Guión: M. Dougherty y Dan Harris. Intérpretes: Brandon Routh, Kate Bosworth, Kevin Spacey, James Marsden, Parker Posey. Fotografía: Thomas Newton Siegel. Música: John Ottman. Calificación: Intrascendente (5/10).
 
 
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