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CRÓNICA NEGRA

Pistoleros en las aulas

La cadena de asesinatos en los edificios de la Universidad Virgina Tech, en los Estados Unidos, es un desgraciado hito. Por primera vez un criminal solitario ha matado a treinta y dos personas en un recinto universitario y lo ha hecho en dos partes, aprovechando el intermedio para ir a la oficina de correos y remitir material grabado a la NBC TV para la posteridad. En el paquete iban videos, fotos y texto en el que se difundía una soflama, supuestamente explicativa, de la razón de tal locura.

La cadena de asesinatos en los edificios de la Universidad Virgina Tech, en los Estados Unidos, es un desgraciado hito. Por primera vez un criminal solitario ha matado a treinta y dos personas en un recinto universitario y lo ha hecho en dos partes, aprovechando el intermedio para ir a la oficina de correos y remitir material grabado a la NBC TV para la posteridad. En el paquete iban videos, fotos y texto en el que se difundía una soflama, supuestamente explicativa, de la razón de tal locura.
Cho Seung Hui
El autor, que se suicidó al punto, se llamaba Cho Seung Hui. Era surcoreano, hablaba mal, no tenía amigos, había sido diagnosticado como un peligro público y sin embargo se paseó a sangre y fuego armado con dos pistolas en el campus, donde están prohibidas las armas. ¿Cuál es la auténtica razón de esta tragedia? ¿incuria, negligencia, cortedad de miras?

Desde 1966, cuando Whitman se subió a la torre de la Universidad de Texas, tras despachar a tiros a su esposa y a su madre y empezó a jugar al plato con los estudiantes, cada cierto tiempo se repiten en Norteamérica los pistoleros o francotiradores entrando en las aulas para matar a profesores y alumnos. El anterior gran hito de los crímenes de esta especie lo ostentaba el Instituto Columbine, donde Eric y Dylan, otros dos acomplejados, ensayaron largamente los detalles del desastre. Incluso discutieron qué director de cine sería el adecuado para filmar una película sobre su hazaña. Se debatían entre Spilberg y Tarantino. Pues bien, ni siquiera de aquello, que fue tan sonado, hábilmente aprovechado por Michael Moore en Bowling for Columbine, se han extraído las debidas consecuencias.

La policía llegó cuando todo había ocurridoY la cosa es, como admiten algunos psicólogos clínicos, que el asesino de masas, aquel que mata más de cuatro personas en una sentada, no es alguien que carece de pasado. Es decir, que en la mayoría de los casos se dejan ver; advierten, incluso hablan largamente de sus proyectos de destrucción. Es algo fácilmente comprobable en los pirados de Columbine, pero todavía más en la figura de Cho, adolescente atormentado, estudiante silencioso, aislado, incapaz de expresarse correctamente, que a su compañero de habitación, con el que apenas hablaba, le confió que tenía una novia invisible a la que llamaba “Gelatina”. Por si fuera poco la mayoría de compañeros que lo trataban creía que era tonto de remate y algunos de ellos, mucho antes del desastre, decían por los pasillos que aquel tipo un día “se liaría a tiros”.
 
Toda esta información, que han levantado los periódicos en unas horas, la manejaban alumnos y profesores de un chico que ya en 2004 tuvo que recibir la visita del psiquiatra. Además fue interrogado por la policía por acoso a dos compañeras a las que fotografiaba con su teléfono móvil por debajo de la mesa y mandaba mensajes amenazantes. Tras hablar con los agentes, Cho expresó la voluntad de suicidarse. Era una bomba de relojería en el campus. Que nadie diga que todo esto ha pasado de repente o sin avisar.
 
Cho se sintió seguro de su poder en un campus libre de armasFrente a la progresía cutre que siempre ante un hecho de estas características reacciona pidiendo mayor control sobre las armas en EE.UU, cosa de la que los americanos disponen por mandato contitucional, y allí respetan la Constitución, los defensores de ir armados afirman, no sin razón, que si en el campus las víctimas hubieran podido disponer de armas no habrían muerto más de tres.

Lógicamente no es políticamente correcto en un país ñoño como el nuestro, donde se difunden ideas falsarias a condición de que traten de entender siempre al delincuente, difundir los argumentos contrarios a lo preestablecido. Esto es: en EE.UU pasa todo esto porque tienen millones de armas en manos de particulares. Pues bien: en España puede pasar también, en cualquier momento, porque hemos hecho menos que los americanos para entender y estudiar la violencia, y además, también hay millones de armas en manos de ciudadanos, ¿o cómo les llaman ustedes a las más de dos millones de escopetas de caza? ¿Y a las ciento cincuenta mil pistolas que se suponen en el mercado negro? ¿Y a las armas de reglamento de los cuerpos de seguridad? Porque en Norteamérica ha habido quien ha cometido una matanza en el colegio con el revólver del abuelo que había sido policía. Todo eso por no hablar de alguna que otra mina Conchita donde sea fácil sustraer Goma 2 Eco.
 
En abundancia sobre lo argumentado, nos sobra materia prima: cientos de chicos traumatizados que llegan a la adolescencia y entran en la Universidad con escaso control o ninguno sobre afecciones psíquicas o perturbaciones psicológicas. En otros países, también civilizados, se trabaja sobre una escala que permita detectar psicópatas a edad temprana; aquí ni siquiera hemos pensado que sea útil una revisión psicológica sin que eso signifique un estigma.
 
Por tanto un psicópata tiene fácil acceso en nuestro país a las armas. Y si un día reproduce una de estas tragedias en el templo del saber no será, a mi juicio, por imitación, sino porque la sociedad habrá llegado a un punto en el que surgen los mismos monstruos que en otras similares. Lo peor no es ignorar la posibilidad previsible de un hecho, sino desdeñar el conocimiento, por ejemplo del motivo del gran fallo de la mejor seguridad privada del mundo en una Universidad, como la Virgina Tech, que para gozo de progres prohíbe las armas a todo el mundo menos al asesino.
 
Cho, de 23 años, enamorado de las escenas de crueldad y violencia, autor de escritos que manifiestan su obsesión por el asesinato, estaba perfectamente fichado por su tutora que sentía temor cada vez que tenía que verlo, por el psiquiatra que le diagnosticó, por los compañeros que le rehuían… Probablemente también por su familia que sabía de sus dificultades desde la infancia y de su giro ultraviolento en los últimos tiempos. También estaba como sospechoso por la propia policía de la Universidad, un campus de 26.000 alumnos, que le investigó por acoso y comportamiento desordenado, pero nadie hizo nada. Ni siquiera cuando empezaron los disparos.
 
En España, si nadie hace nada, pasará como en América. La única pregunta es: ¿cuándo? Porque, ¿ustedes creen que alguien ha tomado nota para que esto no suceda? Personalmente tengo serías dudas. Hasta es posible que cuando ocurra tampoco nadie tenga la culpa.
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