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CÓMO ESTÁ EL PATIO

¿Pero a quién coño preguntan los encuestadores?

Llegué tarde a sentarme frente al televisor el lunes por la noche, así que sólo pude ver los últimos cuarenta minutos de la presentación de los candidatos que hizo Campo Vidal, empeñado en ser el niño del bautizo, el muerto del entierro y el concejal progre en la boda gay, que es una cosa que le viene ya de cuando presentaba el informativo de la tele felipista con su sempiterna corbata rojo-sociata.

Llegué tarde a sentarme frente al televisor el lunes por la noche, así que sólo pude ver los últimos cuarenta minutos de la presentación de los candidatos que hizo Campo Vidal, empeñado en ser el niño del bautizo, el muerto del entierro y el concejal progre en la boda gay, que es una cosa que le viene ya de cuando presentaba el informativo de la tele felipista con su sempiterna corbata rojo-sociata.
Manuel Campo Vidal.
Alguien le dijo de joven que es un placer escucharle, y el tío no desaprovecha la oportunidad de anestesiarnos con su verborrea, sobre todo cuando la audiencia está cautiva y tiene que atender a su programa por cojones, como ocurrió con el primer debate electoral. El contexto debió de ser muy del gusto de Arriola, pero a muchos nos puso de los nervios, porque lo que queríamos era ver a los aspirantes a La Moncloa atizarse mutuamente, y no a un señor con bigote pontificando sobre las virtudes democráticas de los debates electorales… siempre que los modere él, claro.
 
Después de la exhibición campovidalesca, fue una proeza que los candidatos sacaran fuerzas para ofrecer al espectador un debate con cierto nervio, pero al menos Rajoy lo consiguió. El gallego sabe que sus posibilidades de ganar las elecciones pasan por hacer que una gran parte del electorado comience a poner bajo sospecha la letanía de capulladas con que el socialismo de ZP nos ha torturado estos cuatro años, cuyo mensaje a los ciudadanos que pagamos impuestos ha consistido en constantes apelaciones a la metafísica (paz, derechos, "no tener miedo al miedo", pluralidad multinacional, talante, etc.), mientras su Gobierno ha puesto en marcha las políticas más radicales y sectarias de la Europa de las últimas décadas.
 
Tengo escrito que Z valora la inteligencia de los ciudadanos en función de la suya propia y de la de su Consejo de Ministros. Probablemente no ande desencaminado, al menos en lo que respecta a sus votantes, los cuales prefieren a un señor que habla de talante y alianzas de civilizaciones mientras la economía y la estructura territorial del Estado se van a tomar por saco. Porque de otra forma no se entiende que, después del repaso monumental que D. Mariano propinó al Adolescente, las encuestas telefónicas situaran al líder del PP como perdedor.
 
¿Le han llamado por teléfono alguna vez para hacerle una encuesta sobre estas cuestiones? A mí tampoco. Es más, he hecho un sondeo de urgencia entre mis conocidos y no sé de nadie al que hayan preguntado si le parece bien que Z siga mandando otros cuatro años o si Rajoy crispó demasiado en el debate. Y mira que a mí personalmente me gustaría participar en ese ceremonial democrático-demoscópico, más que nada para explayarme, en la medida de lo posible, sobre las razones por las cuales hay que enviar a Z a su casa con Sonsoles el próximo 9 de marzo, basadas principalmente en un elemental sentido del decoro nacional.
 
O sea, que mucho me temo que esto de los sondeos sobre el ganador de un debate televisivo debe de ser algo así como los concursos televisivos que ponen durante la madrugada, en los que una chica algo borracha pide a la audiencia que llame a una línea de pago para contestar una pregunta típica de retrasaditos y llevarse como premio una tostadora, un yate de veinte metros de eslora y 10.000 euros en dinero negro. En resumen, que no me lo creo.
 
Es cierto también que una gran parte del voto del Partido Popular no aflora en las encuestas, de ahí la diferencia que suele tener a su favor cuando se realiza el recuento efectivo de las papeletas. Es esa especie de complejo de inferioridad que siempre ha tenido la derecha española, incapaz de hacerse notar en público para que no la llamen facha. Son los típicos señores (y señoras) sesentones que aún recuerdan aquello de "No se meta usted en política" y que, en efecto, con muy buen criterio se dedican a trabajar y a sacar al país adelante, en lugar de hacer proselitismo para un determinado partido político.
 
Esta bolsa de simpatizantes del PP no reconoce que va a votar a D. Mariano ni siquiera por teléfono a un encuestador anónimo. Ahora bien, cuando llegue el 9 de marzo irán al colegio electoral a votar contra Z "con todas sus fuerzas", de ahí que a los dirigentes del PSOE ­–el grupo Prisa, la SGAE, Felipe González, incluso Pepiño y ZP– no les llegue la camisa al cuello aunque todas las encuestas les den ganadores, algunas incluso por mayoría absoluta, que ya es tener humor.
 
La única encuesta válida es la del próximo 9 de marzo, y ahí la derecha estará como un solo hombre apostando por Rajoy. En última instancia, eso es lo que realmente importa. Así que les invito a relajarse y a disfrutar con el próximo cara a cara de Rajoy y el Adolescente. Y si al término del debate les llaman por teléfono a casa, ya saben que tienen que votar por Z. A ver si con un poco de suerte el hostión zapateril del 9-M se escucha en Varsovia.
 
 
Pinche aquí para acceder al blog CRÓNICAS MURCIANAS, del que PABLO MOLINA es coautor.
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