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CIENCIA

Padres por delegación

A veces, los padres de hoy damos la sensación de ser unos tipos contritos, asustadizos, dubitativos y atenazados por el sentimiento de culpa. Creemos que la paternidad es una habilidad más difícil de entender que la segunda ley de la termodinámica... Pero no. En realidad, hemos descubierto que ser padre es la mar de fácil. O, al menos, ser padre ahora, en estos tiempos postmodernos y relativos en los que todo vale, y cuando no vale siempre podemos echarle la culpa a otro.

Resulta que, con un poco de empeño, algo de vocación de rata de biblioteca y ciertas dosis de suerte, un padre puede encontrar siempre una teoría que demuestre que lo está haciendo bien, sea lo que sea lo que esté haciendo...

Existe exactamente la misma cantidad de literatura a favor y en contra de dar un azote de vez en cuando. Así que el padre lo tiene claro: le basta con leer sólo los sesudos tratados clínicos que le den la razón. Lo mismo ocurre con el sí y el no. ¿Que usted es un padre avanzado de los que creen que a los críos hay que reforzarles el comportamiento positivo a base de premios? Cómprese el libro Diga a su hijo siempre que sí. ¿Que es de los que mantienen la vieja idea de la disciplina y la autoridad paterna, de los que usa con docta moderación la reprimenda? Pues no se preocupe, porque también encontrará un libro que demuestra que el no también ayuda a educar... ¿Resulta que está convencido de que la tele es malísima para la salud y mantiene con sus criaturas un estricto horario de asueto televisivo y una larga lista de escenas prohibidas, ante las que tienen que retirar la vista? Estupendo: en internet encontrará docenas de estudios científicos que certifican que la contemplación de la caja tonta genera violencia, obesidad, aislamiento, irritabilidad, falta de concentración, fracaso escolar y hasta acné.

Pero si no le parece mal que los pobrecitos se chupen de vez en cuando alguna serie de dibujos animados o rebajen su aburrimiento dominguero con una película de Disney, corra al ordenador a buscar en Google todo lo que se ha escrito acerca de las virtudes educativas de la televisión... Verá cuánta razón tenía.

Por supuesto, comer a destiempo, tomar hamburguesas, ingerir refrescos artificiales y chucherías es un espanto para la salud del niño... Hay que controlar estos malos hábitos que conducen a la obesidad y los síndromes de la alimentación... A no ser que lea, vea o escuche las palabras de tal o cual experto en nutrición que ha demostrado científicamente lo buena que es la carne de vacuno a la brasa para el control de la calvicie infantil.... Da igual que el estudio haya sido pagado por MacDonalds: nos ayuda a perder el sentimiento de culpa, y eso basta.

Pocas veces nos paramos a pensar que si los niños se nos vuelven violentos puede que la culpa no la tenga la televisión, sino la poca atención que les prestamos. O que si se atiborran de golosinas no es porque hayan caído presas de una conspiración de la industria azucarera, sino por nuestra tendencia a no negarles nada en cuanto hacen un puchero.

Nos hemos acostumbrado a delegar... Gran invento ése: delegamos en los medios de comunicación, en los profesores, en los jueces, en los policías de barrio, en la portera, en los abuelos, en los amigotes de la pandilla, en el fabricante de alimentos infantiles, en el directivo de la industria del cine, en el psicólogo pediátrico, en el animador cultural del hotel... Es comodísimo quejarse de la desfachatez de estas gentes, de la cantidad de mentes pérfidas dispuestas a arruinar la educación de nuestros hijos introduciendo productos químicos indeseados en los pastelitos, desatendiendo sus funciones docentes, pervirtiendo el mensaje de los cuentos de hadas, consistiendo a los niños cualquier capricho, enseñándoles lo que no deben.

No tenga dudas de que cualquier cosa que usted pueda hacer por sus hijos es inútil: delegue, delegue... Las culpas y las responsabilidades siempre son de otros. Es el gran hallazgo del siglo en materia de educación Y, para colmo, ahora es posible que pueda hacerlo a cuenta del Estado hasta la tierna edad de 18 años. Casi cuatro lustros de tranquilidad a cuenta del Ministerio de Educación. ¿Ven como ser padre no es tan difícil? Oiga, y si sus hijos un día le sorprenden con una pregunta complicadilla, utilice el último recurso del padre moderno: eso, que te lo cuente tu madre.
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