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CIENCIA

Otros soles y planetas

Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Usted debe de ser uno de los muchos que se aprendieron –que aprendimos– esta lista de pequeños. Si es así… ya puede ir olvidándola. Y es que la relación de los nueve planetas del Sistema Solar lleva camino de convertirse en algo tan anticuado para los planes de estudio como el árbol genealógico de los reyes godos.

Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Usted debe de ser uno de los muchos que se aprendieron –que aprendimos– esta lista de pequeños. Si es así… ya puede ir olvidándola. Y es que la relación de los nueve planetas del Sistema Solar lleva camino de convertirse en algo tan anticuado para los planes de estudio como el árbol genealógico de los reyes godos.
De hecho, el conocimiento cada vez más exhaustivo del Sistema Solar y del entorno que lo rodea está haciendo tambalearse a algunos de los criterios más asentados en planetología.
 
Desde hace tiempo sabemos que el Sol no es el único astro celeste de la Vía Láctea que tiene planetas a su alrededor. De hecho, lo más probable es que disponer de una corte planetaria sea habitual entre las estrellas. Gracias a la precisión con que se escudriña el firmamento, gracias a los más actuales telescopios terrestres y espaciales, hemos podido detectar la huella de planetas que orbitan alrededor otros soles. En la mayoría de los casos se trata de cuerpos muy masivos, varias veces más grandes y pesados que Júpiter.
 
Las técnicas de observación más comunes sólo permiten intuir la presencia de estos cuerpos a través de la "sombra" que dejan en la emisión de luz que nos llega de la estrella alrededor de la cual orbitan. Pero eso no quiere decir que no exista una infinidad aún mayor de planetas extrasolares más pequeños, quizás alguno como la Tierra. Lo único que sabemos es que no podemos verlos.
 
El hallazgo, hace algo más de una década, de los primeros planetas que rodeaban otros soles supuso un paso de gigante en la planetología y un impulso para el estudio de la astrobiología (la ciencia que indaga la posibilidad de hallar vida extraterrestre). En pocos años los nuevos exoplanetas descubiertos se contaban por docenas. Fue posible inducir nuevas aproximaciones al modelo de formación planetaria, y quienes opinan que la vida no es algo exclusivo de nuestro planeta dispusieron de un nuevo argumento en su favor.
 
Pero aquella revolución iba a venir acompañada de otra no menos importante: los nuevos modelos que describen nuestro entorno más cercano. Primero, con el ajuste paulatino de nuestra imagen de Plutón. Este cuerpo excéntrico y diminuto está considerado como el noveno planeta del Sistema Solar, pero bien podría haber sido expulsado de la corte hace tiempo.
 
Ceres, fotografiado por el Hubble.Ni su tamaño, ni su órbita ni su comportamiento se encuadran en lo que conocemos como planeta. Más bien parece un desecho cósmico, parte de los escombros resultantes de la formación del sistema solar, hace 4.500 millones de años. Hay científicos que prefieren degradarlo a la categoría de planetoide; otros, todavía más duros, lo consideran un simple objeto del cinturón de asteroides y restos planetarios situado en los confines del sistema.
 
Para más inri, no han dejado de llegar apariciones sobre posibles cuerpos mayores, hasta ahora desconocidos, que podrían engrosar la lista de planetas. El caso de Sedna, por ejemplo, llegó a tener cierta repercusión mediática, al aparecer como candidato a décimo planeta del Sistema Solar (noveno si, definitivamente, se expulsa a Plutón del club).
 
Todas estas reflexiones vienen a refrendarse por una noticia de reciente aparición. Utilizando imágenes del poderosísimo telescopio espacial Hubble, un equipo de astrónomos ha realizado una aportación nueva al conocimiento de Ceres, el asteroide más grande conocido. Y, para sorpresa de todos, se ha revelado que su estructura podría ser más propia de un planeta de los llamados "rocosos" (como la Tierra, o Marte) que de un asteroide, y que podría contener incluso grandes cantidades de agua en su interior. La forma de este cuerpo es casi esférica, parecida a la de la Tierra. Esto obligaría a pensar que puede tener un interior rocoso y duro y una capa exterior de material diferenciado (algo similar a la estructura de núcleo y capas terrestres).
 
Ceres es un cuerpo que orbita en el llamado "cinturón principal de asteroides", una vasta extensión entre Marte y Júpiter llena de asteroides y otros cuerpos menores. Su diámetro es de 930 kilómetros, y, lo más importante, él sólo tiene una masa que equivale al 25% de la del resto de objetos de dicho cinturón.
 
Su tamaño, que aún es menor que el de Plutón, y su forma lo convierten en un posible "miniplaneta". Y su posible estructura diferenciada, con la cantidad de agua que pudiera contener, lo convierten en una joya de la astronomía. Si estuviese compuesto sólo en un 25% de agua, en Ceres habría más líquido que agua dulce en la Tierra. Agua que estaría, sin duda, en forma helada.
 
En el año 2015 está prevista la llegada a Ceres de una sonda orbital que rote a su alrededor. Quizás entonces tengamos nuevos datos que confirmen si es un asteroide o un planeta. Por si acaso, más vale que nos vayamos aprendiendo otra lista, que incluya éste y otros descubrimientos recientes: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Ceres, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno Quouar y Sedna.
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