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CRÓNICA NEGRA

No vale gritar de horror

El presunto asesino de Elche es una prueba más de la imprevisión y desconocimiento que se tiene sobre la violencia en nuestro país. Apenas se hace nada efectivo para combatir esta explosión, y aun así se espera que disminuya por arte de birlibirloque.

El presunto asesino de Elche es una prueba más de la imprevisión y desconocimiento que se tiene sobre la violencia en nuestro país. Apenas se hace nada efectivo para combatir esta explosión, y aun así se espera que disminuya por arte de birlibirloque.
Juan Carlos Castillo: SIN TÍTULO (detalle; 2004).
Se trata de un individuo que, según confiesa, decidió irse de copas; en un momento dado se quedó sin dinero, por lo que decidió ir a casa a por más. En ese acto, sobre la una de la madrugada, mata a golpes de maza, un arma formidable y terrorífica, a su esposa y sus hijos, de seis y dos años. Un hecho tan devastador que arrancó las lágrimas de los policías que descubrieron la escena del crimen.
 
El individuo en cuestión, J.M.M, de treinta y tantos años, acudía con cierta frecuencia a la Unidad de Conductas Adictivas (UCA); con muy escaso aprovechamiento, según se ha demostrado, puesto que aquella noche salió con un compañero de la empresa y, al parecer, con el camello que le proporciona la cocaína. Es decir, que seguía consumiendo, en especial alcohol y nieve, albergaba pensamientos siniestros y se había procurado una imponente arma, tomada de la empresa en la que trabaja, para oscuros propósitos que se concretaron en la madrugada.
 
Todo esto, sin que nadie advirtiera su peligrosidad, que debía de ser evidente. Seguro que no era su primer arranque violento, ni la primera vez que por el consumo acababa en el delirio; quizá, tampoco la primera vez que amenazaba a la familia.
 
Por la experiencia de otros asuntos, lo que suele suceder con este tipo de asesinos, como en el célebre caso de Tuéjar, es que al agresor le llega un momento en que le pesa la carga familiar y busca el modo de aliviarse de forma definitiva. Si se demuestra que fue el imputado quien llevó a cabo el bárbaro crimen múltiple, sin piedad ni por la esposa ni por los hijos, que aparecieron en las camas literalmente machacados, se demostrará que no avanza nada la prevención. Situaciones explosivas que se están dando ahora mismo en las familias pueden ser detectadas y desactivadas. No basta con que alguien se apunte a un curso para combatir la drogodependencia: hay que medir el grado de eficacia.
 
Es preciso que se difunda el largo rosario de casos sucedidos en los últimos años, con su complejidad y variedad, para que quienes estén en la misma situación puedan comparar y valoren si necesitan ayuda. Muchas mujeres siguen soportando una situación inaguantable por falta de perspectivas, o simplemente engañadas. Un asesino, como se supone que es el de Elche, ha dado muestra del peligro que entraña con anterioridad. Puede y debe detectarse, pero sólo se consigue estando en guardia.
 
La actual hipocresía informativa sobre la violencia doméstica, a determinados niveles, incluso se plantea si es aconsejable difundir las agresiones con resultado de muerte, porque podrían provocar nuevos homicidios. Hasta ese punto llega el desconocimiento y la pacatería. Precisamente lo aconsejable, tras muchos años de investigación y análisis del crimen, es lo contrario. Hay que explicar lo sucedido, con todo lo que se indague, exigiendo la máxima claridad y la voluntad de emplearlo como vacuna.
 
Almudena Carreño: MUJER MUERTA.Un criminal de las características del que analizamos ha dejado un amplio rastro, en el que se incluyen comportamientos precursores pero que sólo pueden ser detectados si se tiene en cuenta que la amenaza es real. No vale asombrarse y echarse las manos a la cabeza por un suceso abyecto como la muerte a mazazos de toda una familia a manos del marido insatisfecho, arrojado en los brazos del alcohol y la droga porque su existencia no le satisface. Es preciso clasificar a esta figura delincuente. En su actitud cabe en cualquier momento la agresión letal.
 
No se trata de un imprevisto, sino de una carencia política. Nadie valora la violencia, la variedad de comportamiento despótico en la pareja, la tendencia a utilizar los hijos como defensa, ataque y catarsis.
 
La persona amenazada no puede pasar por alto el comportamiento peligroso. Si de verdad el agresor pretende reformarse, la víctima debe exigir una prueba del nuevo comportamiento. No vale sólo el anuncio de que está siendo tratado, puesto que cabe asistir a la terapia de desintoxicación y, al salir, comprar droga o tomar una copa para celebrar lo bien que va la iniciativa contra el alcoholismo. Son comportamientos típicos de delincuentes. Ed Kemper, El Cortacabezas, pasó el examen final del psiquiatra con un cráneo cortado en el maletero de su automóvil. Para el médico estaba curado, pero seguía siendo un asesino…
 
En el caso de Elche serán los peritos quienes digan si el acusado es imputable o no, si actuó con un grado de alcoholismo y drogadicción suficiente que le exima de culpa o si, por el contrario, fue consciente de lo que hacía y actuó por motivos egoístas. Por el momento, podemos adelantar que cometió el crimen, según lo que declara –que debe ser comprobado–, limpió la maza y se fue de juerga.
 
Una vez descubierto por su propio hermano se dio a la fuga, sacó dinero de un cajero y quiso comprarse ropa y zapatos en Torrellano, con la intención de sustituir lo que se había manchado: no parece el comportamiento de un demente, aunque sí de alguien con una resaca monumental. La diferencia está entre el que bebe para animarse y el que, bebido, entra en el delirium tremens o la psicosis.
 
Pero volvamos a la prevención: no vale de nada lo que dicen los vecinos, eso tan archisabido de que eran una pareja normal… Sólo prueba que no saben nada. Sin embargo, en el entorno íntimo el comportamiento es mucho más apreciable.
 
De este crimen sangriento, horroroso, debemos sacar consecuencias. No vale taparse los ojos y gritar de horror, porque eso no parará el nuevo hecho criminal que, sin duda, se prepara en este instante. Y que será consumado si seguimos con la palabrería hueca, la estadística confusa y la vana utilización de un fenómeno en aumento como la violencia de género.
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