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CÓMO ESTÁ EL PATIO

Mi análisis de los candidatos peperos (1). Gallardón

A dos meses vista del congreso del PP, los partidarios de algunos previsibles candidatos a la Presidencia del partido intentan concitar apoyos para sus jefes de filas. Esto huele más a navajeo de funcionarios que a un debate serio de ideas y propuestas. No sé si los populares llegarán a refundar las bases doctrinales de su partido, pero lo que parece seguro es que en el proceso va a haber guantazos de todos los calibres. Amigos, esto va a ser divertido.

A dos meses vista del congreso del PP, los partidarios de algunos previsibles candidatos a la Presidencia del partido intentan concitar apoyos para sus jefes de filas. Esto huele más a navajeo de funcionarios que a un debate serio de ideas y propuestas. No sé si los populares llegarán a refundar las bases doctrinales de su partido, pero lo que parece seguro es que en el proceso va a haber guantazos de todos los calibres. Amigos, esto va a ser divertido.
Alberto Ruiz Gallardón.
Alberto Ruiz Gallardón, que en realidad es más de derechas que un paraguas negro, encarna el centro-reformismo dentro del PP. Dado que el centro es un concepto geométrico y no político, y que el Partido Popular constituye la derecha del espectro español, si Gallardón pretende ser centrista dentro de los límites de su formación estará lejos del centro político real, mientras que si pretende ser centrista en términos absolutos quedará a la izquierda de su partido. Malo lo primero, jodido lo segundo.
 
Peor aún es que pretenda hacerse con las riendas del partido para moverlo entero hacia el centro, pues en ese caso obligará a la izquierda a trasladarse en la misma dirección, de tal forma que el PP nunca alcanzará el punto exacto de equidistancia entre Carod Rovira y Blas Piñar, que al parecer es lo que pretende el sector que apoya al alcalde de Madrid. Sería algo así como la paradoja de Aquiles y la tortuga llevada al terreno político, en un viaje de nunca acabar, para desesperación de los que intentan ocupar un lugar y comprueban que el dichoso lugar no se está quieto en el mismo sitio ni un solo minuto.
 
Por otra parte, todavía no conocemos qué ideas o principios son los que defiende Gallardón, más allá de la paranoia centrista que le lleva a admitir cualquier medida siempre que resulte equidistante entre la ultraizquierda y la ultraderecha. ¿Qué opina, por ejemplo, de los horarios comerciales? ¿Damos libertad a los empresarios para que decidan cuándo quieren abrir, les ponemos horario de funcionata y una brigada policial para vigilar los eventuales incumplimientos, o les dejamos que actúen libremente, pero sólo de enero a junio? ¿Y de la Educación para la Ciudadanía? En este caso, supongo que la posición centrista será permitir a los padres el derecho a la objeción de conciencia pero sólo un poquito, digamos los martes y jueves, o durante toda la semana pero sólo para la mitad de sus hijos.
 
Estéril empeño de Gallardón, ése de estar siempre en el centro (como los jueves), que puede llevar hasta la esquizofrenia a los votantes que aún le queden al Partido Popular si es que finalmente el Centrista se hace con el poder en el congreso de Valencia.
 
Manuel Cobo.Su lugarteniente, Cobo, ha sido uno de los primeros en abrir el fuego, en este caso contra Esperanza Aguirre, a la que ha puesto a caer de un burro, tal vez celoso de que haya tomado cierta delantera al Centrista gracias a su discurso en el Foro de ABC. Si Gallardón le utiliza para acabar con el futuro de la Lideresa, probablemente la operación se vuelva en su contra, dado el entusiasmo que despertó este valet de chambre cuando se postuló para dirigir el PP en la Comunidad de Madrid, que fue, seamos piadosos, perfectamente descriptible (hay quien le compara con un paramecio acatarrado: con eso está dicho todo). Como spin doctor para la campaña del alcalde, ciertamente Cobo no tiene precio, dicho sea en el sentido literal de la expresión.
 
No obstante, el alcalde de Madrid todavía cuenta con la baza de agrupar en su candidatura a lo más granado del progresismo español, para compensar la elevada carcundia del resto de candidatos. Hay mucho intelectual marxista y mucho artista con ansias infinitas de subvención dispuesto a traspasar el cordón sanitario y situarse en una lista de salvación nacional de la derecha española, para civilizarla desde dentro. Con ocho o diez rebotados del PCE incrustados en la lista como independientes, Gallardón sería un peligroso rival para todo el que quiera disputarle el puesto para el que el delfín de Fraga Iribarne está llamado desde que le llevaba el maletín a Don Manuel, con permiso de Verstrynge, que aún podría retornar a la casa común del centro desencantado de la socialdemocracia y las putadas de Alfonso Guerra.
 
Si el PP quiere centro-reformismo, nadie mejor que Gallardón para inyectarle una dosis de elefante que le cure para siempre de sus males carpetovetónicas. El PP es un partido que nació en la derecha y que, en lugar de crecer en esa dirección, lo viene haciendo hacia el centro; o sea, que en vez de desarrollarse lo que hace es menguar. Como las estrellas, que al cruzar un determinado límite de expansión también viajan hacia su propio centro, hasta el colapso. Acaban desapareciendo, claro, pero el estallido final es un espectáculo luminoso de tal magnitud que merece la pena verlo.
 
El próximo congreso del PP corre el peligro de convertirse en una supernova ideológica que inunde de fragmentos doctrinales la galaxia política tras una explosión como la descrita. Para evitarlo, menos mal, están la Lideresa y Mariano Rajoy, más alguna candidata friki de la que también hablaremos largo y tendido a lo largo de esta serie.
 
Próxima entrega (obviamente): Esperanza Aguirre Gil de Biedma, aka La Lideresa.

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