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CRÓNICA NEGRA

Menor por un cuarto de hora

Los inspiradores de la Ley del Menor querían que todo el mundo en España fuera menor hasta los 21 años. Recuerdo que eso era la minoría de edad en los últimos tiempos de Franco, y se conoce que esos progres franquistas que aprovecharon para aliviarse tenían nostalgia.


	Los inspiradores de la Ley del Menor querían que todo el mundo en España fuera menor hasta los 21 años. Recuerdo que eso era la minoría de edad en los últimos tiempos de Franco, y se conoce que esos progres franquistas que aprovecharon para aliviarse tenían nostalgia.

Yo soy de los que se sacaron el carné a los 18 y fueron mayores a los 21. Siempre me pareció un exceso. Nosotros éramos mayores con 16, y podíamos haber conducido desde los 14 si las hordas franquistas nos hubieran permitido el ejercicio de esa responsabilidad.

Los franquistas se hicieron el harakiri, pero vinieron las hordas retro-progresistas, aquellos que habían alimentado vanguardias del siglo XIX en salmuera, pensando que nunca sería tiempo para dar el relevo. Que los jóvenes son eternamente niños y precisan de la tutela de los políticos. Pobres políticos padres de niños jurídicos en vitro y papel, que no existen fuera de su imaginación.

La Ley del Menor la hizo el PP, y es tan mala que enseguida consiguió el respaldo de otros partidos como el PSOE, con el que no tiene nada que ver. Pero el PSOE se ha identificado tanto con ella, que podría decirse que merece ser suya y, sobre todo, asumir la responsabilidad de sus grandes defectos, que nunca ha querido arreglar.

La Ley del Menor es mala para todos, pero especialmente para los grandes delincuentes.

Nunca pudo desplegarse en su totalidad, puesto que fue cercenada en el segundo grado y ha provocado muchas víctimas entre menores y familiares, entre inocentes y delincuentes.

Ya en sus principios, las brujas de Cádiz felicitaban al Asesino de la Catana por haber sabido aprovechar que la legislación parecía favorecerle. Hace solo un par de días, otro joven dio muerte a su madre y a su hermano –discapacitado– de 11 años. Les atacó con un cuchillo y un martillo en su casa de Portugalete. Al día siguiente cumplió 18 años; aquello fue el doble asesinato de un menor por un cuarto de hora.

El menor, al que la ley protege, estaba a punto de cumplir la mayoría de edad. Nadie sabe si había decidido quitar la vida a sus seres queridos antes de ser declarado mayor. Sabemos que casi todos los menores delincuentes saben que la ley les favorece, y que ésta es tan tierna que son capaces de aconsejarse unos a otros el actuar sin miedo. Si hubiera cumplido la mayoría de edad, estaríamos hablando de un asesino sádico. Con 18 cumplidos se entregó en estado de shock, desde luego fue después de una profunda reflexión: del mal, el menos. ¡Qué listo el pequeño!

Según ha trascendido, la juez recibió un diario en el que se apuntan los motivos de todo este lío. Está escrito por el presunto autor de los hechos, e iluminamos su impulso mediante numerosas intervenciones en el entorno familiar.

El asesino de la catana afirma que cuando mató a su familia estaba muy preocupado porque tenía que hacerse cargo de su hermana, discapacitada. El chico de Portugalete también tenía un hermano que le pesaba como una carga, quizá en el mismo sentido que el de la catana. La Ley del Menor solo podría unirlos en la desgracia. Parecen alérgicos a los dependientes más graves. Y profundamente egoístas.

El de Portugalete actuó con una gran violencia y determinación, por motivos desconocidos; pero en la forma de actuar estaba revelando que era de esos eternos émulos de Peter Pan.

Las víctimas de la Ley del Menor son no solo los muertos, sino sus matadores, menores como ellos, y, por ende, la sociedad. Es muy posible que el más reciente de sus sufridores tuviera muy en cuenta que, si debía hacer algo, tendría que hacerlo antes de cumplir los 18, porque después el homicidio se paga a precio de oro. Más vale pagar en calderilla, cuando dos homicidios a martillazos, el de tu madre y el de tu hermano, con una crueldad espantosa, pueden costar ocho años de colegio con tutoría y otros cuatro años de libertad vigilada.

Los chicos superprotegidos no suelen valerse por sí mismos. Los niños de Liverpool volvieron a las andadas y los menores asesinos no han dado ejemplo de reinserciones espectaculares. La Ley del Menor sigue siendo devastadora e inadecuada: pero al menos algunos del PP han aprendido la lección, y si ganan, están dispuestos a cambiarla, aunque esto provoque el disgusto de los socialistas.

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