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CRÓNICA NEGRA

Malandrines, villanos y chusma

Los grandes delincuentes siempre han hecho uso de educación refinada. El afable Jack el Destripador se despedía en las cartas con un "Suyo afectísimo, Jack", y el hijo de Sam firmaba con un "Suyo en el crimen, David Berkowitz".


	Los grandes delincuentes siempre han hecho uso de educación refinada. El afable Jack el Destripador se despedía en las cartas con un "Suyo afectísimo, Jack", y el hijo de Sam firmaba con un "Suyo en el crimen, David Berkowitz".

En la España de los quinquis, cualquier detenido contestaba con educación: "Sí, señor guardia". Eleuterio, el Lute, sabía incluso reconocer una derrota: "Enhorabuena, me han cogido ustedes". A finales de los setenta, el Testigo atracaba a la gente con paraguas los días de lluvia: "Entre, que se moja; por cierto, afloje lo que lleva". Más tarde, el Solitario entraba a robar un banco y felicitaba las fiestas por Navidad.

En la actualidad, la criminalidad que nos rodea se ha convertido en una chusma de malos modos. Algunos ni siquiera saben hablar. Otros gruñen en una extraña jerga y la mayoría huelen mal, resultan hoscos y amenazadores. Los delincuentes que operan en España ya no tienen educación.

Pegan a las mujeres, hacen llorar a los niños, empujan a los viejos y se van sin decir adiós. El delito se ha convertido en una cosa cruel, antipática y de gente sin modales.

En otros tiempos, mi amigo el comisario sólo tenía que asomar la cabeza por la puerta del coche del metro. "A ver, Fulanito, vete para comisaría que quiero interrogarte". No necesitaba más. Por supuesto, el carterista se despedía antes de bajar del tren y atendía los requerimientos con su mejor sonrisa. Una cosa era el robo y otra la educación. Pero hoy, que no son educados ni los empleados de una casa bien, es pedir peras al olmo que los trileros den los buenos días o cierren la sesión despidiéndose de todo el mundo.

Un atracador que diga "Buenos días, arriba las manos" es una reliquia de una novela de Tomás Salvador. Hoy atacan sin reparar en edades y demás menudencias. "La pasta. Esto es un atraco". No tienen educación, ni les preocupa. La delincuencia ha empeorado mucho: no solo pueden matarte, sino que con frecuencia ni tan saludan. Te tratan de tú y te meten la mano en el bolsillo. Creo que hasta cachean por dentro de la braga. Lo dicho: ¡unos guarros!

En Granada, un chico de 20 años ha dado muerte a su novia de 18. A golpes. Brutalidad, contundencia, mala crianza. Un tipo sin clase. Pueden figurarse lo que se tarda en matar a una persona a golpes: es preciso darle muchas veces y de forma reiterada. Este tipo de violencia se ejerce en medio de un baño de insultos, porque tienen que mostrar lo malos que son. Un golpe tras otro, la víctima de aplastamiento a golpes tarda mucho en morir. Es un procedimiento basto, largo y despiadado.

Días más tarde, miembros de esta chusma maleducada acabaron con la vida de una mujer y su hijo de ocho años en su casa de Polop, Alicante. También a golpes.

Ni siquiera la Guardia Civil sabe todavía si ha sido la mafia o si se trata de violencia de género. Si ha sido un varón celoso hay que tacharlo de maleducado apestoso, capaz de emprenderla a golpes y matar brutalmente para provocar el horror de las personas civilizadas.

El último en despedirse de la oficina bancaria es el Solitario, el último en darle la mano caliente al crítico de arte es Casper, el ladrón de los cuadros de la Koplowitz y

los últimos en pedir limosna son los vendedores de kleenex del semáforo. Que por cierto nunca te saludan, aunque sea la cuarta vez que te asaltan. El que no se educa es un animal.

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