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CÓMO ESTÁ EL PATIO

Los sindicatos nos quieren palpar

La amenaza de convocatoria de toda una señora huelga general por parte de los sindicatos de clase (alta) impulsará ciertos sectores de la economía, como los dedicados a la venta de tubos de silicona y a la fabricación de cristal de escaparate. Este Plan S, de Sindicato, será la mayor contribución, en realidad la única, de UGT y CCOO a la lucha contra la crisis.


	La amenaza de convocatoria de toda una señora huelga general por parte de los sindicatos de clase (alta) impulsará ciertos sectores de la economía, como los dedicados a la venta de tubos de silicona y a la fabricación de cristal de escaparate. Este Plan S, de Sindicato, será la mayor contribución, en realidad la única, de UGT y CCOO a la lucha contra la crisis.

De momento, los liberados sindicales quieren palpar el ambiente este domingo con una serie de manifestaciones callejeras, de cuyo éxito cabe dudar a tenor del entusiasmo que el sindicalismo despierta últimamente entre la población trabajadora, sobre todo entre la que ha dejado de serlo y ha pasado a formar parte de los Cinco Millones. No obstante, en las distancias cortas es cuando un liberado se la juega, así que, a poco que las fuerzas del orden no estén dispuestas a manejar a la turba sindico-indignada, es probable que los integrantes de estas algaradas suplan por vía del destrozo la escasez de apoyo callejero a sus iniciativas proletarias.

Con Zapatero, aquél que les pedía cariño, la minihuelga general que le recetaron no estaba justificada porque era lo que menos necesitaba el país. Con el PP en el gobierno, una huelga general no sólo carece de sentido, sino que va a servir para llenar de oprobio a sus organizadores si, como parece, se consuma el bofetón de los trabajadores en el día y a la hora señalados.

Ante las perspectivas nada halagüeñas de perder la escasa credibilidad que todavía pretenden atesorar, los sindicatos de clase (alta) están determinados a sacudir las conciencias proletarias, intimidando de paso a los que se oponen a su dictadura laboral con un rosario de algaradas que se va a ir desgranando hasta que la sociedad esté madura para una huelga en condiciones.

Los sindicatos llaman a esta operación de baja intensidad "palpar el ambiente", expresión lo suficientemente ambigua para que cada uno entienda lo que quiera entender. Están los parados para que los palpen más bien poco, esa es la verdad, por eso los sindicatos quieren llevar a cabo ese reconocimiento del terreno, a ver qué tal está el ambiente antes de castigar al país entero con una huelga general absurda, como todas las que se han convocado.

Sorprende la facundia sindical a la hora de acaparar el protagonismo en las protestas contra la solución a un desastre al que ellos han contribuido de forma notable. Porque en la tesitura actual, habiendo pulverizado todas las plusmarcas mundiales en destrucción de empleo, los que han estado manejando el cotarro laboral deberían hacer un prudente mutis por el foro y dejar a otros que arreglen el estropicio. Con las subvenciones básicas aseguradas, más allá de una reducción en los cursos de formación que ya veremos si se concreta, los liberados sindicales podrían muy bien permanecer en sus cuarteles de invierno hasta que la economía se recupere lo suficiente como para que puedan ponerse a trincar de nuevo como los campeones que son.

El problema es que la izquierda española es poliédrica, versátil, unitaria y contumaz, así que cuando gobierna el rival político, los distintos escuadrones que forman lo que se ha dado en llamar "una sensibilidad de izquierdas" ocupan su lugar en el campo callejero de batalla, para reclamar por la violencia lo que las urnas les han arrebatado.

Así podemos ver en un mismo frente anti PP a los socialistas, los principales sindicatos de izquierdas más algún otro trufado de curitas rebotados –meapilas que suplen su complejo vociferando más que sus pares marxistas-, los induchados del 15-M y, faltaría más, el clan de la ceja cultureta, que a estos efectos son las majorettes que encabezan el desfile de tanto progreso.

Como se puede comprobar, todos comparten un sólido principio: hay que vivir del Presupuesto, que aportamos los demás con nuestros impuestos. Este domingo están dispuestos a palpar el ambiente revolucionario por las calles de las principales ciudades de España. Salvo que resulte imprescindible, lo mejor va a ser no salir ese día a la calle. Por si los palpamientos.

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