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LA ESTRICTA GOBERNANTA

Los modelos de izquierda

Imaginaos una cosa cualquiera; por ejemplo, un pantalón. ¿Puede un pantalón transmitir ideología? Pues sí, señores, un pantalón puede ser de izquierdas o de derechas según sea de pana, cagao, con raya cular, con raya de pernera, etc. Como se trata de algo puramente visceral, los políticos de izquierda deberían repartir inventarios con este tipo de información ordenada en dos columnas, la izquierda y la derecha, para poder orientar a la gente propensa al atolondramiento y la confusión.


	Imaginaos una cosa cualquiera; por ejemplo, un pantalón. ¿Puede un pantalón transmitir ideología? Pues sí, señores, un pantalón puede ser de izquierdas o de derechas según sea de pana, cagao, con raya cular, con raya de pernera, etc. Como se trata de algo puramente visceral, los políticos de izquierda deberían repartir inventarios con este tipo de información ordenada en dos columnas, la izquierda y la derecha, para poder orientar a la gente propensa al atolondramiento y la confusión.

Cuando un individuo de derechas silva, pongamos por caso, "La cucaracha" al afeitarse, nota como que se la refanfinfla. Pero cuando el militante de izquierdas incurre en una transgresión y sale a relucir, por ejemplo, que lleva al niño a un colegio privado, se abochorna muchísimo y se comporta como al que pillan en cueros y se tapa el matojo. Hubo políticos de izquierdas que llevaban casados toda la vida y presentaban a su mujer como su "compañera" y políticas muy feministas que visitaban de incógnito las clínicas de belleza, como disimulando una supuesta traición a la clase trabajadora.

De momento, yo tengo claro que el matrimonio, la bandera española, la paternidad responsable, la corbata, los maltratadores y los obispos son de derechas, mientras que las madres solteras, el aborto, las subvenciones, los liberados sindicales, la enseñanza pública, las víctimas de malos tratos y las camisas de leñador son de izquierdas. Atribuirse dos licenciaturas cuando no se tiene ninguna, como hizo Elena Valenciano, es, desde luego, una vanidad muy de izquierdas.

A Elena Valenciano le gusta jugar a crear un modelo social de izquierdas, en el que se pueden embutir organismos, leyes, instituciones y todo lo que convenga como si fueran de plastilina y darle a la manivela para que salgan churros... pero de izquierdas. También se puede hacer lo mismo con las personas, y así salen todas muy igualaditas. Mao llegó, incluso, a vestir a todo chino viviente con un uniforme capaz de convertir a la chica más mona en un petardo.

La vicesecretaria del PSOE piensa que, después de todo lo que se divirtieron con el modelo social de izquierdas, es una pena que se estropee y amenaza al gobierno con su dedito de instar (espera que miro la foto)... rectifico, es dedazo, y denuncia que, con esto de los recortes sociales, el gobierno del PP está intentando "un cambio de modelo educativo, sanitario y laboral que busca, en el fondo, un cambio de modelo social", y que para este cambio el PP necesita "asignar otro rol a las mujeres españolas que supone un retroceso que nunca se había pensado". Por lo visto, el retroceso sería en "autonomía, libertad y derechos".

Yo creo que lo que intenta decir es que el gobierno del PP tiene la misma afición que ellos por los modelos sociales y está decidido a fabricar un nuevo modelo femenino, pero de derechas. Para ello están dispuestos a coger a las mujeres y agilipollarlas, enfermarlas y encerrarlas a calcetar. Los políticos de izquierda siempre andan por ahí alumbrando encantadoras ideas absurdas de este tipo. No se me ocurre qué beneficio sacaría el gobierno de todo eso ni qué filigranas habría que hacer con el dinero para manipular a las mujeres sólo a base de recortes económicos que afectan por igual a ambos sexos. Voy a meditar.

¡Ay, ya sé! Lo dice ella misma. A Elena Valenciano le preocupan dos partidas que afectan al sexo femenino. Por un lado están los posibles recortes en las campañas de violencia de género, porque suponen un intento de "anestesiar" el problema, "siendo más necesaria que nunca una concienciación social". O sea, que después de ocho años de gastar dinero en pastorear a las ovejas y los lobos, viene a reconocer que se necesita más que nunca una concienciación social. Eso sólo puede significar que el dinero no siempre arregla las cosas. Por lo menos, el dinero mal administrado.

Lo del maltrato es un callejón sin salida, porque, claro, lo que no se puede hacer es recortar los derechos de las maltratadas a dejarse maltratar. Por ejemplo, no se puede impedir a una mujer liarse con un hombre que tiene un largo historial como maltratador, como adicto al alcohol o a las drogas o como pirado. Tampoco se puede impedir que una maltratada acoja una y otra vez a su expareja, aunque pesen sobre él varias condenas y una orden de alejamiento. Siempre me ha cabreado el éxito que tienen los asesinos que reciben en la prisión cientos de cartas de mujeres y hasta se casan.

A las niñas hay que decirles muy en serio lo que les puede pasar si se arriman a un violento, y que es necesario que se informen sobre el pasado del hombre con el que están dispuestas a convivir. Pero eso no se ajusta al modelo de izquierdas, estoy segura. En cuanto a los maltratadores en ciernes, hubo una época en que padres y profesores enseñaban a los chicos que pegar a las mujeres y a los más débiles era cosa de cobardes. Como ningún niño quería ser cobarde, sólo se divertían pegándose con un rival adecuado. Daba buenos resultados y era barato. Debe de ser que ahora no se enseña eso porque es de derechas.

A la vicesecretaria del PSOE también le preocupa que el gobierno borre del catálogo de prestaciones sanitarias la interrupción voluntaria del embarazo, porque, como "el derecho se puede comprar o pagar", se abortaría o no en función de los recursos económicos de la embarazada y todo el mundo tiene que abortar por igual, faltaría más. Además está convencida de que no hay motivos económicos para recortar esa ley, ya que total sólo nos cuesta 52 millones de nada.

Pues yo estoy convencida de que las mujeres pueden muy bien ser responsables de sus actos y, salvo excepciones, me da vergüenza que necesiten recurrir a un aborto teniendo a su disposición tantas alternativas. A mí se me antoja que un poco de disciplina no viene mal a nadie, y los recortes económicos de este tipo no deben ser coyunturales sino definitivos. La gente tiene que saber que el Estado no da nada gratis y que sus malas decisiones las pagamos entre todos, incluso los que estamos en contra del aborto.

¡Ay, Elena, Elena!, yo te instaría a que meditaras un poco en el dinero que le han costado al Estado tus frustradas carreras y, de paso, a que abandonaras esa fijación que tienes por el modelado y la plastilina y aprendieras en cambio el bonito arte de los recortables. Mariano, que es un experto en recortes, te puede instruir.

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