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CÓMO ESTÁ EL PATIO

Los héroes del coche oficial

El auténtico hecho diferencial de España es el coche oficial. No hay otro país en el orbe que cuente con tantos vehículos dedicados al transporte de políticos, tal vez porque no hay ningún otro país que soporte tanto político per cápita como el nuestro.


	El auténtico hecho diferencial de España es el coche oficial. No hay otro país en el orbe que cuente con tantos vehículos dedicados al transporte de políticos, tal vez porque no hay ningún otro país que soporte tanto político per cápita como el nuestro.

Sin embargo, algo parece estar cambiando también en este terreno, por culpa de partiditos del tipo UPyD, que han llegado a la política municipal dispuestos a ejercer su papel con un cierto sentido de la ética, al menos en apariencia.

El vehículo a cargo de los contribuyentes para que el concejal de turno lleve a la querida de compras es el síntoma de una enfermedad más profunda, cuyo primeros efectos conocimos gracias a Carmen Calvo, inolvidable ministra egabrense de cultura, que con su candor habitual dijo aquello de que el dinero público "no es de nadie", algo que los socialistas de todos los partidos ya daban por supuesto pero que a algunos contribuyentes nos sonó bastante raro.

Los políticos españoles son unos gualtrapillas en su círculo habitual del partido si no disponen de coche oficial, porque el otro rasgo típico del ornato cazurro, la querida, querido o queride, es ya un elemento transversal tan extendido en todas las formaciones que controlan espacios de poder y, por tanto, grandes sumas de dinero público, que ya ni siquiera sirve para marcar la diferencia.

Los profesionales de la política son aproximadamente igual de golfos en todas las latitudes, pero los españoles partimos con la desventaja de que los nuestros son bastante más catetos. No en el sentido rural del término –en los valles umbríos de la civilizada Escandinavia tiene que salir cada concejal de aúpa–, sino en el relacionado con la soberbia. Y los nuestros afrontan el ejercicio del poder, por pequeño que éste sea, con muchísima. El símbolo más extendido del ejercicio del poder es precisamente el que hoy nos ocupa, el coche oficial con chófer incorporado a cargo del exhausto bolsillo del contribuyente.

Y en estas llega un partido de advenedizos, saca varios concejales inesperados en la capital de España y lo primero que hacen los referidos concejales, antes incluso de tomar posesión, ¡oh ingratos!, es renunciar al coche oficial y a los servicios del funcionario de carrera que hace las veces de conductor. Un gesto simbólico, claro, porque el desastre presupuestario de las administraciones españolas es insondable, pero precisamente por ese simbolismo puesto ahora en cuestión la renuncia de los concejales de UPyD a acudir motorizados al ayuntamiento cobra un interés especial.

Rajoy, que es muy inteligente aunque a veces finja lo contrario, ha estado rápido en la recogida de este guante político y ha incluido en su ya famoso decálogo para sacar al país del estado de postración en que lo tiene sometido la estolidez tiránica de los sociatas la reducción del parque móvil de ayuntamientos, autonomías y gobierno central, esto último en el caso de que llegue a La Moncloa. En realidad, podría subastar todos los coches oficiales y no pasaría nada, salvo que ahorraríamos un pastón y los taxistas aumentarían sus magros ingresos transportando políticos.

No es ningún drama, por más que hasta los autodenominados analistas políticos se escandalicen cuando uno –o sea, yo– propone medidas de este tipo. "¿Cómo va a ir la consejera de Sanidad de un hospital a otro sin coche oficial?", se preguntaba esta semana angustiado un tertuliano en una televisión autonómica. ¡Coño, pues andando, en autobús o en taxi! Como todos los demás, con la ventaja añadida de que no tiene que pagar de su bolsillo el trayecto porque ya lo hacemos nosotros mientras esté en el cargo.

El día que desaparezcan los coches oficiales de España y los ministros acudan a su empleo temporal en un taxi Skoda Octavia con banderín del Atleti en el retrovisor, podremos estar seguros de que la salida de la crisis es posible. A ver lo que aguantan esta prueba los héroes de UPyD.

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