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CRÓNICA NEGRA

Libre, inconfesa y mártir

Se paseó por todas las televisiones y hasta se sometió al polígrafo; negó siempre ser la envenenadora de Socuéllamos; y aunque la Audiencia de Toledo le condenó a 21 años de prisión, ha conseguido permanecer en libertad desde enero de 2007 hasta ahora mismo, que el Supremo ha confirmado la referida pena. y, pese a estar condenada por la Audiencia de Toledo a 21 años de prisión, permaneció libre desde enero de 2007 hasta el día mismo en que fue confirmada la pena por el Tribunal Supremo.

Se paseó por todas las televisiones y hasta se sometió al polígrafo; negó siempre ser la envenenadora de Socuéllamos; y aunque la Audiencia de Toledo le condenó a 21 años de prisión, ha conseguido permanecer en libertad desde enero de 2007 hasta ahora mismo, que el Supremo ha confirmado la referida pena. y, pese a estar condenada por la Audiencia de Toledo a 21 años de prisión, permaneció libre desde enero de 2007 hasta el día mismo en que fue confirmada la pena por el Tribunal Supremo.
Amparo Calleja dio muerte a su marido, Juan José Mena, con una garrafa de cinco litros de arsénico. Pero ha estado negando las acusaciones, burlándose de la justicia y amenazando al pueblo, al que responsabilizada de sus males. La Calleja tiene cara y tiene mano.
 
Este crimen de género arrancó en diciembre de 1999, cuando Juan José decidió borrar a Amparo de la cartilla en la que tenía los ahorros y le ingresaban la pensión. Desde el momento mismo en que tal hizo, debió haber recelado de todo cuanto ingería.
 
Amparo, que ha exhibido cien veces su rostro de cemento en los medios, deslizaba su preparado en la comida de Juan José, que acabó con la voluntad averiada. Ingresaba en urgencias en un estado calamitoso, con el arsénico carcomiéndole las entrañas y amenazándole el estómago y el corazón. Al cabo mejoraba; para, de nuevo en manos de su gorgona, volver a empeorar. Amparo se dedicaba a componer un gesto impenetrable, como de iletrada madura sobrepasada por los acontecimientos y permanentemente discriminada, por mujer y por aldeana.
 
No obstante, se las apañó para firmar papeles por el envenenado, suplantarlo y conseguir que el banco volviera a dejarle disponer de la cartilla de aquél. Pero, aunque Juan José acabó muriendo, no pudo sacar provecho de sus tejemanejes, pues fue descubierta, cosa que no extrañó a los vecinos de Socuéllamos que la conocían bien. 
 
Fue condenada a 19 años por asesinato y a otros dos por falsedad en documento mercantil. Pero, con la impavidez del criminal, consiguió hacerse pasar por una víctima de sus enemigos y de la justicia. Acudió a programas de televisión donde gente que ignoraba su caso y no había leído sus papeles le preguntaba si sospechaba que había sido traicionada. Entonces, jugaba el juego de la inseguridad jurídica. La duda se instalaba en numerosos corazones, pero el fiscal siguió pidiendo su internamiento.
 
Se dice que es insólito que fuera atrapada, condenada y reclamada para que cumpliera la condena sin que se hiciera justicia, pero lo cierto es que a lo irregular se añadió la publicidad, la frecuente presencia de Amparo en los platós de televisión, donde, aunque no la dejaban bien, tampoco aplicaban con contundencia los datos. El delito de que se le acusaba era gravísimo, por lo que resulta insufrible que no le hicieran caso al fiscal. Con todo, mucho peor es que se exhibiera por las televisiones, confundiera al personal y dejara en entredicho a la justicia.
 
De acuerdo con la sentencia, se trata de una envenenadora clásica, de las que aprenden su oficio a base de prueba y error. El pobre Juan José, al que se le acabó el amor, fue víctima de su fría determinación. Ignorante de que su otrora amante esposa se había convertido en un ofidio dispensador de muerte, Juan José recalaba cada dos por tres en el servicio médico de Socuéllamos o en el hospital Mancha Centro de Alcázar de San Juan.
 
Pese a que los métodos de detección de intoxicaciones se han perfeccionado hasta el virtuosismo, nadie pudo poner freno al envenenamiento de Juan José. Falleció por intoxicación de arsénico el 28 de abril del año 2000. Su victimaria, que eligió un método de gran crueldad, se ha estado paseando por doquier como una dama ofendida hasta que, el martes pasado, se definió el Supremo.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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