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CRÓNICA NEGRA

La suerte del Violador del Ascensor

Pedro Luis Gallego, delincuente sexual y asesino condenado a más de trescientos años de cárcel, tiene la suerte de ser español y de purgar sus culpas en España, un país con un extraño síndrome judicial que favorece a los grandes criminales. Es el Violador del Ascensor, y de esos tres siglos de pena no cumplirá siquiera 17 años; lleva 16 entre rejas, y ya disfruta de permisos, supuestamente orientados a su reinserción y recuperación.

Pedro Luis Gallego, delincuente sexual y asesino condenado a más de trescientos años de cárcel, tiene la suerte de ser español y de purgar sus culpas en España, un país con un extraño síndrome judicial que favorece a los grandes criminales. Es el Violador del Ascensor, y de esos tres siglos de pena no cumplirá siquiera 17 años; lleva 16 entre rejas, y ya disfruta de permisos, supuestamente orientados a su reinserción y recuperación.
Gallego, nacido en Valladolid hace 48 años, fue hallado culpable de 18 asaltos a mujeres (más tres en grado de tentativa). Se le imputó asimismo un intercambio de disparos con la policía, varios robos con intimidación y tenencia ilícita de armas. Dos de sus crímenes fueron especialmente espantosos: el que tuvo por víctima a Marta Obregón, una burgalesa de 22 años cuyo coraje y valentía a la hora de su martirio –murió en defensa de su virtud– la postulan para santa, y Leticia Lebrato, de 17 años, cuyo cuerpo apareció en Viana de Ciega con once cuchilladas y cubierto de tierra. También Leticia luchó con singular arrojo por defender su derecho a elegir.
 
El Violador del Ascensor se distingue por su brutalidad. A Marta la martirizó, e intentó abusar sexualmente de ella, en Villagonzalo Pedernales, cerca de la ciudad de Burgos. Como Marta se resistió, la golpeó y apuñaló. Catorce cuchilladas le atravesaron el pecho. Marta, como María Goretti, defendió su integridad y su virtud de una forma que recuerda tiempos pasados y absolutamente respetable para quien había elegido el Camino Neocatecumenal. En su muy piadosa familia había también miembros del Opus Dei.
 
Este Gobierno, que tanto dice hacer por la igualdad y el respeto a las mujeres, apenas se ocupa de los grandes agresores y se resigna a contemplar cómo un degenerado como éste puede obtener el tercer grado antes de un año. De los 328 años que se le impusieron, Gallego sólo ha cumplido 16, y con permisos. Casi todo el mundo le teme. Algunos, como su mamá, consideran que ya ha pagado su deuda.
 
Soy testigo de la larga lucha de los padres de Leticia. Gallego, polidelincuente sexual, tenía una orden de alejamiento cuando secuestró y asesinó a su hija. Tampoco ahora, y por los próximos seis años, puede acercarse por Valladolid, pero los padres de Leticia saben, por su amarguísima experiencia, que esto nada quiere decir: el Violador del Ascensor irá a la ciudad del Pisuerga a ver a sus padres si le sale del níspero porque aquí no hay ley que meta en vereda a esta clase de sujetos, machotes del crimen que se pasan por la piedra el sufrimiento de los familiares de sus víctimas.
 
Zapatero.Los políticos dicen que están atados de manos por las normas establecidas y la división de poderes, pero no es verdad. En la más reciente campaña electoral no hubo tiempo para hablar de seguridad y prevención en los encuentros a cara de perro que mantuvieron Zapatero y Rajoy...; y ahí están, uno ejerciendo de presidente del Gobierno y el otro de ministro de la oposición. Ninguno de los dos dio la cara por las víctimas de todos los días, ahora que se habla tanto de las del terrorismo, como se hace de todo cuanto es susceptible de dar votos. Las víctimas de los violadores no son para los políticos violencia de género, sino delincuencia común; por eso los agresores ya van bien servidos con unos años de rehabilitación en las cárceles, que hay quien quiere convertir en un remedo de los Paradores Nacionales.
 
Pedro Luis es calvo, y se adorna con gafas ahumadas y una barbita de clérigo trabucaire. Su madre dice que sí, que violó, pero que ya ha pagado. La señora valora de oído: no saca la balanza para pesar las almas: dos cadáveres, veinticinco heridas, dos vidas jóvenes rotas por el ansia de un niño al que aplauden como sietemachos en el barco de Campo Grande. Este Pedro Luis, que se cree muy hombre porque mata muchachas asustadas y al que son incapaces de entender leyes ni gobiernos, es un tipo inclasificable que sólo depende del mal que lo atormenta, la fiebre del mono salido.
 
Los ciudadanos libres deben repasar su agenda y exigir a los políticos mano dura contra los criminales, sobre todo contra los que, como el Violador del Ascensor, no pueden esgrimir atenuante alguno.
 
Los padres de Leticia Lebrato son blandos por fuera y duros por dentro, cariñosos y fuertes. Podrían ser la punta de lanza de la población española, indefensa por culpa de sus políticos timoratos. Los Lebrato cargan sobre sus espaldas con la peor de las experiencias: perdieron a una hija que empezaba a vivir por culpa de una sociedad acomodaticia e incapaz de formar un frente ante el delito. No pararán hasta levantar un muro de contención con el nombre de su hija.
 
Zapatero no habla de violadores ni de asesinos múltiples, ni de cómo defender a la sociedad de los peligros de la delincuencia, como si se tratara de una asignatura ya aprobada por su Gobierno. Pues mire usted, señor presidente: también ésta le queda para septiembre.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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