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PANORÁMICAS

La Patrulla X

La taquillera parece no entenderme cuando le pido una entrada para La Patrulla X. Frunce el ceño un par de segundos y al fin cae: "Ah, X-men". Mi pasado de lector de cómics de la Marvel hace que sea yo ahora quien la mire torcidamente.

La taquillera parece no entenderme cuando le pido una entrada para La Patrulla X. Frunce el ceño un par de segundos y al fin cae: "Ah, X-men". Mi pasado de lector de cómics de la Marvel hace que sea yo ahora quien la mire torcidamente.
Cartel de X MEN 3.
Es cierto que el título de muchas películas ya ni se traduce, dada la colonización lingüística y cultural anglosajona. Pero en este caso es bastante estúpido, porque la denominación clásica española es mucho mejor que la original, fundamentalmente porque el grupo de mutantes con superpoderes liderados por el telépata doctor Xavier es bastante paritario en su composición. Y sin necesidad de dogmas culturalmente correctos.
 
Tres han sido los ejes que han articulado las tres adaptaciones cinematográficas de los superhéroes por mutación del gen X. En primer lugar, la espectacularidad de los efectos especiales vinculados a sus capacidades únicas, desde Magneto (capaz de dominar cualquier metal) hasta Tormenta (con un control absoluto de los fenómenos atmosféricos), pasando por Mística (que se convierte en cualquier persona) o Lobezno (con unas garras de un metal indestructible que le salen de los nudillos)... En segundo lugar, una dimensión psicológica referida a cómo los diferentes, los extraños, los que no son normales desde un punto de vista estadístico, se acoplan, o no, a la sociedad, y cómo ésta los percibe y recibe. Finalmente, un planteamiento político acerca de la respuesta que debe darse desde los grupos reprimidos al sistema social: la posibilidad de la integración, la reacción violenta en defensa propia o, incluso, la insurgencia y el terrorismo.
 
El sueño del doctor Xavier consiste en la integración de los mutantes dentro de la sociedad humana sin perder sus características distintivas. E pluribus unum. Como reza el lema estadounidense, se trataría de preservar la unidad psíquica y política respetando la diversidad cultural. Por el contrario, para Magneto, el amigo y sin embargo adversario íntimo de Xavier, no cabe posibilidad de intersección entre los mutantes y los sapiens, ya que éstos, una especie físicamente inferior, terminarán por intentar aniquilarlos.
 
Esta tercera entrega continúa con eficacia la espectacularidad de los cómics. Un laboratorio ha encontrado una forma de revertir la mutación que afecta a miles de individuos. Un remedio que parece eliminar los alteraciones genéticas. La escisión en la comunidad mutante es automática entre aquellos que quieren someterse a "la cura" y los que se niegan a ser considerados como unos enfermos. Magneto se convierte en el líder de la facción más violenta de los mutantes, promoviendo la lucha de especies.
 
En su opinión, los humanos finalmente someterán a la "cura" a todos los mutantes, por las buenas o las malas. Los que aceptan vivir con su "desviación" apartados del mundanal ruido sapiens, educados y entrenados por el doctor Xavier, no dudarán en oponerse a las tentaciones terroristas de Magneto por mucho que éste pueda tener gran parte de razón en sus profecías apocalípticas. Además, la aparición de dos mutantes peculiares, la fuente de la "cura", es decir, un mutante que elimina las mutaciones, y la "resurrección" de Phoenix, la mutante más poderosa afectada de un intenso desdoblamiento de personalidad, alterará el equilibrio de fuerzas hasta el desastre.
 
X-Men 3 es la mejor de la saga desde el punto de vista de las luchas entre los superhéroes y los supervillanos. Ian McKellen dota al complejo Magneto de una soberbia aura de sofisticación e inteligencia. La belleza angulosa de Famke Janssen hace creíble la peligrosa inestabilidad de Phoenix. Cada vez que aparece, la oscuridad se apodera de su piel y de la pantalla. El enfrentamiento entre el hombre de hielo y la antorcha humana, los cabezazos de Juggernaut, los rotundos físicos de Halle Berry como Tormenta y Rebeca Romíjn como Mística (a la que por fin vemos sin la piel transformista y azul), los duelos telepáticos o el Golden Gate volando hasta Alcatraz son algunos de los clímax de una película sin orden ni concierto pero movida, chispeante, trágicamente heroica, sutilmente pedagógica. Pícara se sorprende de que Lobezno no le prohíba inyectarse la cura, que sólo le sugiera pensárselo dos veces, a lo que la bestia de las garras de adamantium le responde que es su amigo, no su padre.
 
Y la dosis de ideología made in USA, una combinación de individualismo y trabajo en equipo, de optimismo antropológico enhebrado en conflictos existenciales, de superación de los problemas y de lucha por los valores intrínsecos a la sociedad norteamericana, la libertad y la excelencia, son mostrados sin énfasis ni pedantería. En suma, un entretenido ejercicio de educación para la ciudadanía, mil veces más útil y efectivo que las dichosas asignaturas escolares con licencia para adoctrinar.
 
 
X-Men 3: La decisión final (EEUU, 2006; 99 minutos). Dirección: Brett Ratner. Intérpretes: Hugh Jackman, Ian McKellen, Famke Janssen, Halle Berry. Calificación: Entretenida (6/10).
 
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