El gremio del taxi está que trina con la tragedia que vive su referente artístico por antonomasia. Sólo falta que detengan también al Fary por exceso de guapura y podemos prepararnos para la huelga más salvaje que haya protagonizado este sector en las últimas décadas.
El bocas de ZP, que no se puede callar ni una, anunció involuntariamente esta operación contra la tonadilla española precisamente desde la misma comisaría en la que horas más tarde ingresaría la pobre Pantoja por un quíteme allá esos millones de euros supuestamente blanqueados. Aunque tal vez fuera una simple casualidad, porque ZP, como el ministro Bermejinsky, que se ufana de actuar como socialista, es absolutamente respetuoso con la independencia judicial y jamás se permitiría involucrarse en este tipo de enjuagues mediáticos.
Eso sólo ocurría en el felipiense, con gobernadores del Banco de España y algún que otro secretario de Estado entrando y saliendo de Alcalá Meco a la hora del telediario. Desde que ZP alumbró el nuevo socialismo, se acabó la utilización partidista de la justicia… salvo algún episodio puntual, por otra parte absolutamente necesario por cuestiones de estabilidad institucional.
Pero además de una falta de respeto hacia Isabel Pantoja, la operación ha constituido también una afrenta a la Casa Real, que unos días antes anunciaba el feliz alumbramiento de la infanta Sofi, cuya biografía debe de estar ya escribiendo Jaime Peñafiel, con capítulos interesantísimos como "Su primer pedete" o "Sofía, un bebé con carácter". A esta operación neorrepublicana se ha sumado también, forzoso es decirlo, gran parte de la audiencia, que incomprensiblemente ha declinado seguir en la tele la apasionante epopeya de trescientos aguerridos periodistas a las puertas de la clínica intentando llenar ocho horas de programación sin nada interesante que contar. Claro que tampoco es que Su Majestad el Rey haya contribuido a inflamar de fervor monárquico a sus súbditos, porque acudió a ver a la criatura varios días después de su llegada al mundo. Vamos, que si se descuida ve a la chiquilla vestida de comunión.
Entre la desidia española y la putada a la Pantoja, mucho más interesante en términos mediáticos, para qué nos vamos a engañar, la Casa Real debe de estar bastante cabreada con ZP; perdón, quería decir con el juez Torres.
Los programas de televisión dedicados a analizar las cuestiones que realmente preocupan a los españoles, como las tetas de la Pataky o las visitas de Paquirrín al puticlú, tienen material más que suficiente para llenar dos o tres meses de especiales contando las vicisitudes penitenciarias de nuestra gloria nacional. Será interesante comprobar cómo se alinean las tropas en este conflicto, pues las cadenas televisivas suelen tomar distinto partido en estos casos. Ocurre igual que con los autodenominados "periodistas del corazón", divididos en pantojistas, juradistas, obregonoides y paquirrinos, según el flujo de exclusivas que reciben de los interesados, y que no tienen inconveniente en cruzar sus aceros en defensa del honor de sus clientes o en machacar a los de la competencia, según los casos. Si Dónde estás canallón defiende la inocencia de la Pantoja, pueden ustedes estar seguros de que Dolce salsa o Vita rosa se erigirán en el ministerio fiscal para acusar a la cantante de las mayores tropelías.