Menú
CIENCIA

La NASA, el arsénico y el frío

Se llama GFAJ-1, es un microorganismo que habita en las proximidades del lago Mono de California y esta semana ha logrado hacerse un hueco en los titulares de los periódicos entre culebrones de Wikileaks, elecciones catalanas y cincoaceros futbolísticos.


	Se llama GFAJ-1, es un microorganismo que habita en las proximidades del lago Mono de California y esta semana ha logrado hacerse un hueco en los titulares de los periódicos entre culebrones de Wikileaks, elecciones catalanas y cincoaceros futbolísticos.

Lo interesante de la GFAJ-1 es que es capaz de sobrevivir en un medio fundamentalmente compuesto de arsénico, ha incorporado este elemento a su ADN y la NASA le ha elegido para protagonizar la campaña de relaciones públicas científicas más sorprendente de los últimos años.

El hallazgo de esta bacteria es, sin duda, una de las noticias científicas más importantes del momento. Sin necesidad de acudir a hipérboles mediáticas (que han plagado las versiones digitales de los periódicos y las redes sociales desde el martes), no cabe duda de que se trata de un avance fundamental para la comprensión de ese fenómeno aún no conocido del todo al que llamamos "vida" (tanto en la Tierra como fuera de ella).

No es, como se había pretendido aventurar, el descubrimiento de una forma de vida alienígena, pero, desde el punto de vista de la astrobiología, su importancia se le acerca bastante.

La GFAJ-1 ha contravenido las leyes biológicas que hasta hoy dábamos por asumidas. El ADN, esa molécula que está en la base de cualquier forma de vida conocida, desde las lechugas a los hipopótamos, pasando por los hongos, los girasoles y mi tía Luci, se compone (eso creíamos) de seis elementos nada más. Son los ladrillos fundacionales de la biología, la materia de la que están hechos los sueños... y las pesadillas y los gustos y el hambre, y el color del pelo y el tamaño de las cejas, etc.

Estos elementos son bien conocidos por los estudiantes de ciencias (al menos, antes de la Logse lo eran): carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, fósforo y azufre. El fósforo ha cobrado especial protagonismo en la historia evolutiva. Es el componente principal de muchas proteínas, de la molécula ATP (Adenosín Trifosfato), encargada del metabolismo celular, es decir, de que las células puedan obtener energía para vivir, y del desarrollo de los espermatozoides, entre otras cosas. (¿Han visto esas películas en las que los forenses buscan semen con luz ultravioleta en el escenario de un crimen sexual? Pues lo que hacen es iluminar el fósforo de los espermatozoides para que brille). Toda vida conocida incorpora fósforo a la estructura de su ADN... excepto la GFAJ-1. En este caso, los científicos han conseguido suplir el fósforo por arsénico, un elemento inestable cuya principal consecuencia, en condiciones normales, es la muerte.

De ese modo, el veneno entre los venenos se ha revelado otro ladrillo más de la vida: el séptimo.

Algunos divulgadores, quizá decepcionados por las expectativas levantadas por la NASA antes del hallazgo, han venido a echar algo de agua al vino de la noticia. Dicen que no es para tanto.

Sin duda vendrán semanas por delante para polemizar sobre ello. La trascendencia de este descubrimiento reside en sus implicaciones para conocer mejor la vida dentro y fuera de la Tierra.

Es posible que no podamos hablar de un doble origen de la vida: al fin y al cabo, todo bicho viviente del planeta procede de la misma rama. Pero no es descartable que nos encontremos ante una segunda evolución, ante una estrategia de supervivencia biológica desconocida hasta ahora. En ese sentido, nos enfrentaríamos a un escenario de normas y leyes biológicas completamente nuevo: como si el fútbol se rigiera por dos reglamentos distintos y los jugadores pudieran optar por uno y otro en virtud de sus intereses (ahora, vale darla con la mano). Pues ahora vale vivir con arsénico. Y eso amplía extraordinariamente el cuadro de lo que consideramos vida, cambia las leyes de lo que consideramos supervivencia y aumenta las expectativas de encontrar seres vivos fuera de la Tierra.

Porque hasta el pasado jueves los astrobiólogos encargados de buscar seres extraterrestres se empeñaban en encontrar trazas de la actividad de los seis ladrillos clásicos (carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, fósforo y azufre). Hoy, pueden incorporar también el arsénico, un elemento, por cierto, del que está repleto el espacio exterior.

¿Y todavía hay gente a la que la noticia le deja frío?

 

http://twitter.com/joralcalde

0
comentarios