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CRÓNICA NEGRA

La idea franquista de la violencia de género

El poder tiene una idea recurrente: si hablas de violencia de género, puedes provocar más violencia de género. No sólo es mentira, sino que encima es una idea franquista.

El poder es cómodo, acomodaticio y sensible a las propuestas que le eximan de dar la cara. Ni siquiera hay diferencias de calado entre el Gobierno central y los autonómicos. Por lo que hace a los medios, de las televisiones desaparecen los programas de sucesos, y jamás se ha creado uno para concienciar a la población de que su actitud puede ser fundamental en la lucha contra el maltrato a las mujeres.
 
Nada de esto pasa por casualidad. Si no se difunden los hechos delictuosos, parece que estamos mejor gobernados. Así de sencillo. Las apariencias ayudan al poder. De ahí que los progres se apunten cuando están en el machito a ignorar las malas noticias relacionadas con la delincuencia. Para ello se apoyan en supersticiones sociológicas como la de que hablar de la violencia de género genera violencia de género, clavidita a esa otra, tan franquista también, de que no hay que hablar de suicidios porque si no al personal le da por suicidarse.
 
Sea como fuere, lo cierto es que esos observatorios tan onerosos como inútiles desperdigados por todo el país, esa ley que ha acabado con la igualdad entre hombre y mujer, ese ministerio que sólo sirve para que su titular propale sus bárbaros neologismos ("miembra" e "inferiorizar", ya saben), no han logrado ni siquiera concienciar debidamente a los agentes directamente implicados en la lucha contra el maltrato.
 
Gabriela Toledo, de 31 años, murió el otro día apuñalada en la calle Acacias de Las Rozas, Madrid. Consciente de que estaba en peligro, unas horas antes había pedido ayuda a la Guardia Civil. Dos veces. Aunque el denunciado tenía una orden de alejamiento y expulsión por delitos de los llamados "de género", las fuerzas del orden se mostraron poco concienciadas y nada acertadas. En vez de detener al sospechoso y evaluar el riesgo real, se dedicaron a examinar rigurosamente la denuncia... y a la denunciante, que llegó a tener la sensación de que la trataban como si fuera una delincuente.
 
El presunto autor de su muerte sentía unos celos exacerbados, que le llevaron al acoso y la amenaza. Gabriela era obligada a seguir al que había sido su compañero sentimental; y a someterse a sus deseos. Esto pasa todos los días; y podemos sospechar que muchas mujeres no denuncian porque no se fían de las tan publicitadas promesas del Gobierno.
 
¿Es capaz el Ejecutivo de proteger a las mujeres contra el maltrato? Cada crimen viene a decirnos que no. El continuo reguero de muertes es un nuevo fracaso de una política de fuegos de artificio: así, se prometen intervenciones rápidas, pero los juzgados están saturadísimos de asuntos menores. Es sólo un ejemplo, Por otra parte, los propios agentes no están lo suficientemente sensibilizados con el asunto.
 
La mala política desplegada contra la violencia de género parte de una falta de comprensión general. Se combate a delincuentes, criminales que golpean, acosan y abusan de sus víctimas hasta que un día las matan. Eso no lo hacen hombres normales y corrientes deformados por una pútrida idea política cruzada de machismo, sino delincuentes a los que se concede el estatus de anómalos sociales y se pretende desactivar mediante lavados de cerebro.
 
Gabriela se creyó la propaganda oficial de que la Administración defiende, comprende y respalda a las mujeres. Cuando se vio en peligro trató de cubrirse, comportándose como una buena y crédula ciudadana. Eso no impidió que fuera apuñalada hasta la muerte en el rellano de la escalera, y con su madre y su hijo como testigos.
 
La peripecia sentimental de Gaby, como la llamaban sus amigos, había sido complicada. Conoció la amenaza y la violencia. Ella pensó que echándole valor podría ponerle punto y final. Para su desgracia, en España se procura solapar la eficacia con la buena voluntad del Gobierno e iniciativas de escaparate. En lo que va de año, siete mujeres han muerto en Madrid. No sabemos cuántas de ellas han sido asesinadas por haber creído en la falsa seguridad que promueve ese franquismo sociológico que evita dar importancia al crimen.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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