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CRÓNICA NEGRA

Grueguerías del crimen

Mi admirado Ramón Gómez de la Serna encontró una novia de cera en mi amado Rastro madrileño. La hizo su musa y su amante espiritual, vestida de felices veinte, mientras encadenaba greguerías con una aguja de tricotar.  


	Mi admirado Ramón Gómez de la Serna encontró una novia de cera en mi amado Rastro madrileño. La hizo su musa y su amante espiritual, vestida de felices veinte, mientras encadenaba greguerías con una aguja de tricotar.  

Ramón, al que le gustaba ser osado y aventurero, tierno y cursi, deslizaba en la oreja de su novia de mentira una greguería del crimen con tanto acierto y velocidad como una bala:

Al servirnos una ración de jamón parece que nos sirven un bello crimen en lonchas.

Los crímenes en greguerías son más profundos y sabios. Ayer mismo confesaba el asesino del niño Etan Patz, desaparecido en NY, en el Soho, hace 33 años. Después de treinta y tres años, Etan no es un niño muerto, sino un recuerdo muy vivo. El asesino confeso resulta Ramón Hernández, un hispano de New Jersey, al que ha encontrado el FBI.

En España, el Gobierno, que trata de rectificar las cifras del crimen manipuladas por el anterior Ejecutivo, con los Rubalcaba's Boys, reconoce que hay 918 casos de menores en paradero desconocido. En los últimos diez años, por no ir más atrás, el Ejecutivo no ha encontrado a un solo "desaparecido inquietante".

"El redoble del tambor se inventó para no oír el último '¡ay!' de los condenados a muerte", escribe el genio antes de irse para Pombo, a echarse un café con coñac. "En el lavabo del vagón nos lavamos del negro crimen del viaje", escribe a la vuelta de un gran periplo. Gómez de la Serna se atormenta con sus recuerdos: "Hay niños dormidos que parecen degollados". Etan Patz fue tentado por unos caramelos y degollado, desmembrado y escondido. Su rostro feliz fue el primer "Se busca" en un cartón de leche. En España no hay bastantes cartones de tetrabrik para tanto niño desaparecido. Deberían perder el culo por traerse a nuestros colegas del FBI, que hacen hablar a los criminales hasta 33 años después.

Ramón era muy ferroviario. Los viajes por los raíles: "El tren nos hará siempre pensar en un crimen que huye". Los crímenes fluyen alrededor de los políticos estúpidos. Para Ramón, la vigilancia ayuda en la naturaleza: "El murciélago es un pájaro policía". Gran escritor y gran tacaño, hay que ahorrar los recursos del cielo:

La luna lleva máquina fotográfica, pero solo gasta una placa cuando ve un crimen.

A veces se siente poeta, apoyado en la barra del Pombo:

Cayó el cuchillo del crimen al mar y desde entonces lo surca un pez más afilado que el lenguado y con la cola roja.

Si quiere sacar el coche piensa que "los garajes son los museos del crimen no sucedido". Un beso de su novia de cera es la prueba de la parafina de la fidelidad. Ramón desde tan lejos ve el futuro que sufrimos, hoy, en Madrid:

Si sigue así la criminalidad de los menores habrá que construir un sillín electrocutante a semejanza del que hay en las peluquerías para los niños.

Ahí va, qué bruto. Si tuviera que describirlo con sencillez, diría: "Crimen: sangre bajando por la escalera".

Todas estas son greguerías de su selección de 1910-1960. Ahora Ramón se aparta porque llega Conan-el Guti, que ha cogido a última hora el último puente, con un agujero en el corazón: es el martillo pilón de los corruptos, el diente de sierra de Jack el Destripador.

Con sus dos metros de periodista y ciento veinte kilos de peso, le atiza un pescozón de afecto a Ramón y un beso de tornillo a la muñeca de cera. A Gutiérrez no lo achanta el crimen.

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