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DRAGONES Y MAZMORRAS

Gota a Gota

El título de mi artículo de hoy tiene varios significados. En el plano real, es el nombre concreto de una nueva editorial que acaba de iniciar su andadura; en el simbólico, representa, trágicamente diría yo, lo que está ocurriendo en este país que se va, gota a gota, por todas las fisuras de su Constitución.

El título de mi artículo de hoy tiene varios significados. En el plano real, es el nombre concreto de una nueva editorial que acaba de iniciar su andadura; en el simbólico, representa, trágicamente diría yo, lo que está ocurriendo en este país que se va, gota a gota, por todas las fisuras de su Constitución.
No sé si es ése el contenido alegórico que le ha querido dar la editorial a su hermoso sello, o tan sólo pretende aludir con él a la lentitud del trabajo intelectual (honrado do los hay) que, gota a gota, va destilando el saber en el duro cerebro de una sociedad coriácea como pocas.
 
Gota a Gota se presentó la semana pasada en Madrid, en el hotel Meliá, y oficiaban, al más alto nivel, personalidades de la FAES, institución que está detrás de este nuevo proyecto comercial que se inaugura ahora. Ni cuento el numeroso público que festejaba el evento, del que eran protagonistas José María Aznar, en su calidad de presidente de la fundación, y los autores que inauguraban la colección; por orden alfabético: Manuel Álvarez Tardío (El camino a la democracia en España. 1931 y 1978), Nicolas Baverez (Francia en declive) y Amando de Miguel (Entre los dos siglos).
 
Álvarez Tardío, el más joven de todos (algún sesgo frívolo tenía que introducir en esta crónica, que me está saliendo más seria de lo que acostumbro), en su comparación entre la Constitución del 31 y la del 78, reivindicó la democracia liberal frente a la democracia revolucionaria. De Nicolas Bavarez (que no Nicolás) no diré gran cosa; me limitaré a remitirles a una crónica dragoniana de hace un par de años en la que narro mi encuentro con este título (y verán que literalmente es así) que ahora se traduce al castellano.
 
Amando de Miguel.Por su parte, Amando de Miguel, alias el Tostado (aunque en la obtención de ese apodo rivalice seriamente con César Vidal), centró su intervención en los cambios finiseculares, principalmente los sociales, e hizo un cómputo estadístico de las mejoras acaecidas durante los ocho años añorados (aumento del empleo, incremento del papel de la mujer, etcétera). Cerró el acto Aznar, que se refirió al arriesgado momento que vivimos y avisó de los peligros del estatuto catalán; los argumentos, creo, todos los conocen, por lo cual no voy a repetir sus palabras en vano.
 
Siguiendo esta tónica de veracidad y coherencia cronológicas, la siguiente etapa de los actos en que he tenido una actividad presencial es todavía más multitudinaria, pues corresponde a la fiesta que la Comunidad de Madrid dio a propios y extraños, aunque los primeros éramos bastante más numerosos, el 2 de diciembre en su sede de la Puerta del Sol para conmemorar el día de la Constitución. Fue un acto intenso, incluso emocionante, en particular porque todos veíamos en Esperanza Aguirre, a la mañana siguiente del accidente de Móstoles, la imagen misma de una resucitada, y por ello se la aplaudió a rabiar tras sus palabras. Ignoro si se han hecho estudios estadísticos de su popularidad, pero supongo que habrá subido tanto o más que la espuma del cava con el que la presidenta nos invitó a brindar, so pretexto de que era la manera más española de hacerlo. Y es verdad.
 
Por eso hubo también zarzuela, himno nacional, banderas constitucionales y reparto de ejemplares de la Constitución, cuyos dos primeros artículos estaban reproducidos en el estrado principal, a guisa de telón de fondo, y que reproduzco a continuación, por si no tienen un ejemplar a mano:
 
Artículo 1
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
3. La forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria.
 
Artículo 2
La constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
 
Sin comentarios.
 
 
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