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CÓMO ESTÁ EL PATIO

Freddy y los temores adolescentes del PP

El Partido Popular es muy asustadizo, especialmente cuando tiene enfrente a Rubalcaba. Es verle y ponerse los inquilinos de la calle Génova tremendamente nerviosos, bien porque conocen demasiado al personaje, bien porque, a pesar de lo que se ha dicho y escrito sobre él, el susodicho sigue siendo una incógnita para todo el mundo, a excepción de las redactoras de la cadena SER.

	El Partido Popular es muy asustadizo, especialmente cuando tiene enfrente a Rubalcaba. Es verle y ponerse los inquilinos de la calle Génova tremendamente nerviosos, bien porque conocen demasiado al personaje, bien porque, a pesar de lo que se ha dicho y escrito sobre él, el susodicho sigue siendo una incógnita para todo el mundo, a excepción de las redactoras de la cadena SER.

Pero es que los populares son propensos al miedo cerval y a sospechar de todo el mundo, tal vez porque no están demasiado seguros de que las ideas que supuestamente defienden son las correctas. Lo son, claro, al menos las que han pedido prestadas a la tradición intelectual de la derecha clásica; pero como a los dirigentes del PP les horroriza que alguien pueda identificarlos con los conservadores o los liberales –a los que MR12, recuerden, cursó una invitación para dejar el club–, siempre viven en el sofoco, temerosos de que el PSOE pueda acusarlos de neocones o de integrantes del tea party que una extrema izquierda mediática tan torpe como voluntariosa cree haber descubierto en nuestro país.

En última instancia, es este complejo absurdo lo que hace que el PP sea un partido extremadamente vulnerable en la confrontación directa; porque si sus cuadros estuvieran orgullosos de su tradición filosófica y no tuvieran pavor a identificarse con las corrientes conservadoras y liberales que han hecho este planeta habitable, serían inasequibles a las insidias rubalcábidas y la izquierda en general lo tendría mucho más difícil para imponerse en el debate público.

El flamante vicepresidente conoce bien el flanco débil de su adversario y tiene las habilidades necesarias para atacar por esa zona en el momento preciso, así que a un observador imparcial podría parecerle justificado el temor que despierta en las filas populares el nuevo gobierno, con Zapatero en la cúspide tan sólo de forma nominal. Sin embargo, como ya ha quedado dicho, todo se reduce a un trauma existencial que la derecha política es incapaz de resolver. Rubalcaba es temible... no por su semejanza con el marbete de un conocido espirituoso, sino porque sabe cómo manejar los terrores ajenos. Es el Freddy Kruger de la socialdemocracia, dispuesto a todo antes de dejar que la sorayada le arrebate el poder.

Porque partimos de la base cierta de que D. Alfredo va a concurrir a las próximas elecciones en representación del PSOE. Y no hace falta entrar en profundas disquisiciones sobre la oportunidad o no de realizar ciertos movimientos en el partido socialista, la disponibilidad de ZP a pasar a un segundo plano, la capacidad dañina del guerrismo durmiente, la docta opinión de la familia Pajín o cualquier otro razonamiento de orden político. Rubalcaba va a ser el candidato del PSOE, simplemente, porque es lo que él ha decidido. Punto.

Después de casi medio siglo apagando los fuegos socialistas desde las posiciones más incómodas, a estas alturas de la vida y con la salud algo pocha, D. Alfredo ha decidido que es el momento de convertirse en presidente del gobierno de España, aunque para ello deba concurrir a las próximas elecciones generales. Es uno de sus sueños. El otro es presidir el Real Madrid, pero Florentino y Mourinho son rivales de mucha mayor entidad que ZP y Leyre, y a Rubalcaba le coge muy mayor para emplearse a fondo en dos batallas simultáneas. Si no fuera por eso, presidente del Real Madrid y del gobierno de España, y los consejos de ministros en el Santiago Bernabéu. Bien pensado, sería la forma más rápida de recuperar el prestigio que ha dilapidado en sus dos legislaturas ZP.

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