Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Federico

Si estuviéramos en una de esas tascas madrileñas que tanto me gustan, yo diría que a mí Federico Jiménez Losantos me parece un tipo cojonudo. Entonces alguien, a mi lado, recalcaría: "¡Es genial!". Así lo cuento porque así me ha ocurrido.

Si estuviéramos en una de esas tascas madrileñas que tanto me gustan, yo diría que a mí Federico Jiménez Losantos me parece un tipo cojonudo. Entonces alguien, a mi lado, recalcaría: "¡Es genial!". Así lo cuento porque así me ha ocurrido.
Federico Jiménez Losantos.
Eso no quiere decir que esté cien por cien de acuerdo con todo lo que dice o escribe, pero sería desconocer y hasta insultar a Federico, inventor del lema de Libertad Digital: "Que nadie opine por ti, ni siquiera nosotros", pensar que se trata de una persona que exige unanimidad y lameculismo. Si algo exige es debate, discusión, libre confrontación de ideas.
 
No tengo la menor intención de emular la hipocresía del editorial de El Mundo del 22 de octubre, en el que, como Poncio Pilatos, y tras reconocer los méritos de su columnista, se lavaba las manos e insistía en que nada tiene que ver con él. No lo voy a hacer por la sencilla razón de que considero que formamos parte del puñado de liberales con que cuenta hoy España.
 
Está visto que mi admiración y simpatía por Federico no es compartida por todos, y que, al revés, jamás hemos asistido a una campaña tal de odio, de mentiras, de inquisiciones, contra un periodista. Jamás en toda la historia de la prensa española un escritor-periodista se ha visto tan agredido e insultado. Nunca se ha exigido tan cínicamente silenciar –ya que las circunstancias no permiten el fusilamiento– a alguien. Incluso el Rey se ha sumado a la campaña.
 
Yo, ateo, ya lo he dicho, admiro la tolerancia y la inteligencia de "la radio de los obispos", la COPE, que mantiene La Mañana de Jiménez Losantos contra viento y marea. Tampoco es imposible que el rotundo éxito de la emisión tenga su importancia. Lo que nadie puede negar es la independencia absoluta de Federico, que no es el portavoz de un partido, de una mafia financiera, de nada, de nadie. Cuando así lo considera necesario, critica a Aznar o a Rato, pongamos; aunque, claro, sus feroces críticas van esencialmente dirigidas contra el terrorismo etarra, contra el PSOE y contra la rendición de su Gobierno ante ETA, así como contra el ultranacionalismo "periférico". No vale la pena insistir en lo que todo el mundo sabe.
 
Pero hablemos de lo que fundamenta el vergonzoso escándalo actual, o sea, el Rey y la Monarquía. Inspirándome, una vez más, en Jean-François Revel, recuerdo que cuando, hace años, en Francia hubo una polémica escolástica entre republicanos y demócratas (resumiendo: los republicanos eran soberanistas y partidarios del Estado todopoderoso; entre ellos se contaba, por ejemplo, Jean-Pierre Chevenement. Los demócratas eran menos hinchas del Estado y un poquitín más liberales, y no todos adversarios de la UE), Revel, mofándose de tal debate, declaró que él, como ciudadano francés, era republicano, y pensaba que prácticamente nadie exigía el restablecimiento de la Monarquía, pero que no se podía olvidar que muchas de las democracias europeas más veteranas eran, precisamente, monarquías: el Reino Unido, los Países Bajos, los países escandinavos, etc., y que lo importante era la democracia, y que cuanto más liberal fuera ésta, mejor.
 
Pues bien, yo soy republicano (Federico ha escrito que él no), pero aplaudí al Rey cuando se enfrentó al Tejerazo. En un reciente discurso, Juan Carlos ha afirmado que la Monarquía ha aportado a España años de paz y prosperidad. Yo no veo mucha paz, con el terrorismo etarra y los tremendos atentados de Atocha; ni veo mucha "prosperidad", cuando los nuevos estatutos rompen España. Desde luego, el PIB es importante, pero no es lo único importante.
 
Don Juan Carlos.Entre los que hoy, de manera caótica y minoritaria, le criticamos, algunos incidimos en su silencio, en su pachorra aparente: el Gobierno se rinde ante ETA, y nada, ni una palabra; los nuevos estatutos destruyen la unidad de España, de la que él es constitucionalmente garante, y nada, silencio. Y cuando de pronto se pone a hablar, y claro, de la actualidad, es sólo para atacar a un periodista y exigir a los obispos que le echen.
 
"Fue una conversación privada", dicen en la Zarzuela (¡y menuda zarzuela!). ¿Cómo iba a ser privada, cuando estaban en torno al mantel gentuza como Zapatero y Moratinos? En esa ocasión, Esperanza Aguirre se portó como lo que es, una genuina liberal, y defendió contra viento y marea la libertad de expresión.
 
Yo no me meto, ahora, en cuestiones dinásticas y constitucionales. Lo que pido al Rey es que se aclare: si está de acuerdo con el estatuto catalán, que lo diga; si está de acuerdo con la consulta independentista de Ibarreche, que lo diga; si está de acuerdo con la política del Gobierno en las materias que le incumben, y que conciernen a todos los españoles, y no sólo a ERC y al PSOE, que lo diga. Pero si no está de acuerdo, que se exprese con firmeza. Mucho podría cambiar en ese caso. Expresarse exclusivamente para atacar a un "periodista impertinente" (¡y a mucha honra!) no es digno de un monarca.
 
Yo, desde mi torre de marfil parisina, no estoy al corriente de todo lo que se hace a la chita callando, pero esta canallesca campaña contra Federico, de casi todos: El País (está visto que, aunque haya pasado de "independiente", ¡ja, ja!, a "global", sigue siendo igual de pueblerino y sectario), la SER, ABC, ETA, el PSOE, ERC, muchos más, y hasta el Rey, ahora en un mano a mano con Chaves, no el venezolano, sino el andaluz, pero vienen a ser más o menos lo mismo; esta canallesca campaña, digo, es mucha presión, desde luego, y me pregunto si la COPE va a resistir. Sería preferible que Federico siguiera siendo tan impertinente e inteligente por "la mañana", pero nunca se sabe.
 
Con todo, no caigamos en el pesimismo: con su extraordinaria fama y talento, será capaz de sorprendernos una vez más. ¡Enhorabuena, Federico!
0
comentarios