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PANORÁMICAS

El truco final: nada por aquí, nada por allá

Antes se coge a un mentiroso que a un cojo. Salvo que el mentiroso sea Epiménides el cretense, según el cual todos los cretenses son unos mentirosos. La paradoja lógica movilizó a los filósofos desde la Antigüedad hasta nuestros días para resolver el truco semántico, porque se supone que en dicho ámbito la verdad es superior a la mentira.

Antes se coge a un mentiroso que a un cojo. Salvo que el mentiroso sea Epiménides el cretense, según el cual todos los cretenses son unos mentirosos. La paradoja lógica movilizó a los filósofos desde la Antigüedad hasta nuestros días para resolver el truco semántico, porque se supone que en dicho ámbito la verdad es superior a la mentira.
En la magia, como en el cine, los mentirosos corren mucho más que cualquiera. Como ya hemos indicado alguna vez, Brian de Palma define el cine como una mentira a 24 fotogramas por segundo, y Orson Welles concebía su arte cinematográfico como una de las variantes del mundo de la magia; en cierta forma, y como tituló una de sus últimas películas, como un Fraude. Tanto el cineasta como el mago dependen de la velocidad de procesamiento del ojo y del cerebro, y su desafío es conseguir una velocidad que les garantice la invisibilidad para así vulnerar, aparentemente, las leyes de la Naturaleza.
 
El truco final (El prestigio) relata la historia de una competición entre dos magos en el Londres decimonónico (Hugh Jackman y Christian Bale) por realizar el truco definitivo. Incluyendo el asesinato y el robo, la obsesión de ambos por superar al otro va enlazándolos en una espiral de odio que, finalmente, llevará a la muerte de uno de los dos.
 
Scarlett JohanssonO no. Porque, siguiendo una estructura de "muñeca rusa" en la que una sorpresa oculta un enigma que encierra un misterio, El truco final esconde una serie de sorpresas que estallan en la fase definitiva, cambiando lo que parece ser el desenlace lógico por otro… mágico. El subtítulo, "El prestigio", hace referencia a los tres pasos que componen un truco de magia: la promesa, en la que el mago muestra algo ordinario que en realidad esconde algo; el giro, en el que lo ordinario se revela extraordinario, y el "prestigio", el momento en que el orden natural se vuelve a instituir.
 
Lo más interesante de la película es la emergencia de una tercera fuerza "mágica", la ciencia natural en forma de electricidad, a su vez sometida al duelo mortal entre otros dos "magos": Thomas Edison y Tesla, el inventor de la corriente alterna, que se convertirá en el aliado de uno de los magos. Es Tesla, interpretado por David Bowie, una especie de capitán Nemo de los abismos de nieve, una personalidad tan poderosa que eclipsa en su ambición a los dos magos londinenses, en comparación irremediablemente provincianos.
 
Sin embargo, a diferencia de otras películas con esa misma estructura, como Sospechosos habituales, Siete reinas o Seven, las sorpresas que nos esconde el guión, o son ingenuas y se adivinan desde la mitad del metraje, o son estúpidas, ya que vulneran, efectivamente, las leyes de la Naturaleza. Sin genio ni ingenio, El truco final es una aceptable diversión, de atmósfera conseguida y presencias contundentes (además de Jackman, Bale y Bowie, la niña de moda Johansson y el clásico Michael Caine), lastradas por un guión deficiente que echa a perder las posibilidades del juego sobre los límites de la verdad y la mentira, el honor y la crueldad, lo verosímil y lo mágico.
 
 
EL TRUCO FINAL (EL PRESTIGIO) (EEUU). Dirección: Christopher Nolan. Intérpretes: Hugh Jackman, Scarlett Johansson, Christian Bale, David Bowie, Michael Caine. Dirección: Christopher Nolan. Calificación: Decepcionante (6/10).
 
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