Menú
CRÓNICA NEGRA

El periodismo ha muerto

Estoy haciendo la colección del carro de las marcas. Falta muy poco para que corramos como locos al súper, a que nos regalen ochenta euros en productos, desde patatas fritas a cerveza sin. Es una pasada. Sólo por rellenar la cartilla del periódico.


	Estoy haciendo la colección del carro de las marcas. Falta muy poco para que corramos como locos al súper, a que nos regalen ochenta euros en productos, desde patatas fritas a cerveza sin. Es una pasada. Sólo por rellenar la cartilla del periódico.

Los periódicos de papel te regalan cualquier cosa; pero es imposible que te den una noticia. El periodismo ha muerto.

Los periódicos los hacen los becarios del todo a cien y están llenos de faltas de ortografía y de sintaxis, de errores de bulto, inexactitudes, y tienen más jefes que indios. Los gerifaltes se han subido el sueldo pero se lo quieren bajar a los redactores, que viven en un sinvivir, ERE que ERE. El periodismo se hace monocolor, estéril, inhábil. Primero quitaron los sucesos, y enseguida a los redactores jefes. La gente de los despachos dio su autorización para que la tropa de a pie fuera a ruedas de prensa en las que no se puede preguntar nada, o como las de Rubalcaba, que lleva preparadas las preguntas y las respuestas.

No hay mérito alguno, todo lo contrario, en publicar sin contrastar las noticias de las sectas políticas, pero a nadie parece interesarle la verdad, que no se discute ni se averigua, igual la llevan en el hatillo de los jóvenes periodistas, contratados por dos de pipas para llenar los huecos de los jubilados de oro, con todo el sueldazo.

Fuimos jóvenes y felices pescando noticias con riesgo y honradez. Fue entonces cuando Juan Luis Cebrián, Janli, nos escuchó en algún tugurio aquello que luego citará siempre de manera inoportuna: "No le digas a mi madre que soy periodista, la pobre cree que toco el piano en un prostíbulo". Nuestra madre, tan tranquila creyendo que estábamos en el burdel, pero resulta que no, que estábamos al pie del cañón, en la calle, acercando el micro a la gente. Era cuando las madrugadas de alcohol y amor, con la foto serigrafiada del Che en las paredes blancas. Ismael Fuente tenía la primera página de El País colgada de la puerta de su dormitorio. Los chicos falangistas de aquella hora no sabrían lo que era un prostíbulo si no hubiera acudido en su rescate don Torcuato, con Los renglones torcidos de Dios y La edad prohibida, donde una hetaira se comía una lata de sardinas antes de hacer el amor.

El periodismo no investiga, no vaya a sacar los colores a los que pagan las nóminas; no investiga porque, si descubriera algo, no se podría publicar; no investiga porque algunos periodistas están tan acostumbrados al compadreo con los políticos, que se creen diputados electos; no investiga porque es cosa fatigosa y no está bien pagada. Además, que los periódicos ya no están en el negocio de la información, sino en el de la distribución: de películas, relojes, cromos, llaveros, guías de viaje, patines, bicicletas, anuarios ilustrados y teléfonos móviles.

No busques en sus páginas claves sobre cuándo acabará la crisis, ni quiénes son los más capaces de vencerla, ni el final de la burbuja inmobiliaria, ni los nuevos tipos de criminalidad. Los periódicos se parecen mucho entre sí, sólo se diferencian en lo que regalan: uno te da películas del Oeste; el otro, películas de uno que hacía películas del Oeste.

Hace tiempo que terminé la cartilla para la tele de 19 pulgadas, que por cierto se están retrasando en la entrega; como dicen que están mal de dinero, igual no han podido pagar la remesa a los chinos o a los coreanos o quienes sean los que les consiguen esas teles de pantalla plana a ochenta euros la pieza. Ahora voy a ponerme con los cupones de las botellas de vino y el feroz sacacorchos profesional, tremendísimo.

Los periódicos te dan cuchillos de porcelana, sartenes, una cristalería con vasos de diseño. Cosas increíbles como tocadiscos que transforman los vinilos en mp3. Lo que ya no te dan los periódicos son reportajes de sucesos, entrevistas de valor, noticias que sólo estén comprometidas con la actualidad. Ni columnas de Umbral. No hay nadie a quien seguir, ni informaciones que leer. Solo cabe esperar la próxima cartilla, la siguiente colección, confiados en que los antiguos periodistas no se olviden de cumplir lo prometido: vasos, televisores, relojes, teléfonos y otra de cupones.

0
comentarios