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CHUECADILLY CIRCUS

El lado fag hag de Cristina López Schlichting

¿Quién tiene madera de gay icon? La diva –o divo– margoliana, ¿nace o se hace? ¿Refleja el icono su sociedad, o es un ismo? Pese a los ríos de tinta vertidos por los queer studies, todavía carezco de respuestas para estas preguntas. Existe, sin embargo, otro interrogante, igual de fascinante que los anteriores. ¿Por qué a algun@s les gusta tanto juntarse con gays? ¿Es defecto o virtud? ¿Tolerancia o complejo? ¿O será que estoy mucho más contaminado de lo que parece por el pensamiento progre?

¿Quién tiene madera de gay icon? La diva –o divo– margoliana, ¿nace o se hace? ¿Refleja el icono su sociedad, o es un ismo? Pese a los ríos de tinta vertidos por los queer studies, todavía carezco de respuestas para estas preguntas. Existe, sin embargo, otro interrogante, igual de fascinante que los anteriores. ¿Por qué a algun@s les gusta tanto juntarse con gays? ¿Es defecto o virtud? ¿Tolerancia o complejo? ¿O será que estoy mucho más contaminado de lo que parece por el pensamiento progre?
Cristina López Schlichting.
En primer lugar, y para centrar la cuestión, definamos los términos. Según el Collins, fag hag –literalmente, bruja de mariquitas– es una mujer a la que le gusta la compañía de homosexuales. Craso error, pues el fenómeno es común a machos y hembras. Por ejemplo, la divertida corte de Federico II de Prusia escandalizó a muchos e incluso inspiró uno de los mejores relatos de Oscar Wilde, El príncipe feliz. Sin embargo, tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió... y el soberano acabó liado con un aguerrido soldado. Lo mismo se cuenta de Fernando VII en Valençay, aunque aquel asunto tuvo más que ver con Brokeback Mountain –o Brokebutt Mountain, como dijo Taki en las páginas de The Spectator– que con la literatura.
 
El "fag-haguismo" (shall we call it that?) tiene grados. Una cosa es divertirse y otra convertirse en comparsa de algún grupete de aspirantes a Joan Collins con paquete. En resumen, que el mejor amigo de la niña o el niño sea queer no es en sí alarmante; en cambio, si el afecto y la admiración se convierten en seguidismo, entonces sí que estamos ante un caso grave que requiere actuación paterna, por mucha rebeldía que haya. Una torta a tiempo…
 
Ni siquiera la tendencia a vivir en un mundo gay es siempre mala. Conozco a varios matrimonios que se conocieron en locales de ambiente o en reuniones margolianas, y por lo general les va muy bien. ¿Será por falta de alternativas? Las malas lenguas afirman que ZP nunca le será infiel a Sonsoles, pues hay tantas feas y lesbis en su gabinete que aunque quisiera no tendría con quién. Who’s afraid of Maleni Álvarez?
 
En la España actual, la fag hag nacional es Alaska, casada con el hiperceñido bombón Mario Vaquerizo –¿aún más fag hag que ella?– y caso típico de fag-haguismo sano. Ni siquiera sus apariciones en los desfiles del Orgullo Gay deben tomarse como síntoma de seguidismo, pues a Olvido las fiestas le gustan más que al gato de mi madre el melón francés. Lo suyo no pasa de ser camaradería y genuina solidaridad.
 
Por cierto, permítanme un excurso para elogiar el cierre de la gira madrileña de El extraño viaje de Fangoria, el pasado 27 de abril. Alaska, Nancys Rubias y La Terremoto de Alcorcón, prueba de que el artisteo consiste en algo más que colocar fotitos escandalosas en algún fotolog, nos regalaron una noche memorable. Entre los que más se divirtieron, Pepón Nieto y su pandilla semiosezna. No lo había pasado tan bien desde aquel concierto de Madonna junto a un grupo de marines descocados. Chema, Thérèse, Carlitos, Agus, Paloma G. O. y sus amigas también bailaron de lo lindo, a pesar del madrugón de algunas.
 
Volviendo a mi tema principal, existe otro fenómeno de tendencia fag-haguista que seguro causará asombro y extrañeza. Es el caso de la católica –hoy en día la defensa del clero se ha convertido en una cuestión de derechos humanos–, conservadora y políticamente incorrecta Cristina López Schlichting, directora de La Tarde de la COPE y columnista del diario La Razón (también pasó por la cadena SER, pero la echaron por negarse a insultar al juez López de Liaño). Ante sus protestas orales y escritas por los maltratos sufridos desde el universo Cogam, hace unas semanas decidí llevar a cabo una pequeña investigación para descubrir si la Chichi, como le llaman los liberales más iconoclastas, es homófoba.
 
Tras duras pesquisas, mi veredicto es que la neovampiresa no sólo no es contraria a la existencia de margoles en el mundo, sino que incluso posee claras tendencias fag-haguistas. Después de todo, la democracia es diversidad, no Imperio Prisa. O como afirman los budistas, el secreto está en la integración. Así que cuidadito con volver a insultar a la doña, no vaya a ser que montemos una fashion protesta con pamela incluida en la puerta de Berkana que ni una viuda alegre en el Paseo del Prado (por cierto, eché de menos a Nico Sartorius; probablemente estaría ocupado jugando una partida con alguna marquesa en ese club tan proletario que frecuenta).
 
El fag-haguismo cabal de Cristina va más allá del fastuoso show de Nacho Montes, que además de ser ingenioso, culto y divertido –el humor como una sabia mezcla de inteligencia y amago de maldad– es alto, guapo y nalgón. Aparte del espacio de los viernes a las seis, que de un plumazo le quita a uno el estrés acumulado durante la semana y arregla las contracturas gratis total y sin dolor, y en el que Cristina y sus contertulios nos ponen al día en las últimas tendencias y discuten con el habitual desparpajo del programa ("Me gustan los tíos, no los tríos"), Cristina es amiga de tomarse alguna copa en Chueca y enriquecerse con la contemplación del mundo desde una de sus esquinas más coloristas.
 
Como quedó demostrado en sus espléndidos reportajes en ABC y El Mundo, esta mujer sabe sacarle partido al mundo que le ha tocado vivir. El viaje exterior como desencadenante del viaje interior, sea al Yemen o a la calle Pelayo... El caso es andar, como cantaba Cecilia y concluye la última protagonista del sensacional filme Paris, Je t’aime (vayan a verlo antes de que las juventudes socialistas francesas acaben con la Ciudad de la Luz a base de protestas y noches de cristales rotos).
 
Más allá de los desacuerdos que mantengamos sobre algunas cuestiones, lo cierto es que Cristina posee algunas cualidades ciertamente apreciables: honestidad, valentía y respeto por las opiniones ajenas. Poco me importa que lamente la cantidad de futuros padres que se echan a perder en el barrio. Yo en eso incluso estoy de acuerdo con ella; seguro que en casita con el niño molestarían mucho menos que repartiendo propaganda de Miguel Sebastián al grito de "¡Vota a Sebas, que es gay!" (y de paso también a Corleone, que es latino).
 
Piense lo que piense, Cristina está a años luz tanto del islamista como del rojo clásico, ese que considera que Margol y compañía no somos sino una excrecencia burguesa que ha de ser exterminada por la revolución proletaria, o máquina de triturar carne, que diría la pelirroja. Frente a la política de la identidad fascistoide y alienadora que la izquierda pretende imponer, Cristina es un faro de claridad y de genuina pluralidad. Que dure.
 
Last but not least, felicidades al divino José María Marco y a Ciudadela por la publicación de La nueva revolución americana, una obra que a este hombre bueno, en el mejor sentido de la palabra, le ha costado mucho sudor y alguna lágrima. El éxito del libro y el cariño de sus admiradores harán que el balance de esta temporada no sea horribilis para JMM. 
 
Much kudos al autor de La libertad traicionada, un ensayo que supuso un auténtico turning point para muchos progres: tras leerlo no tuvieron otro remedio que dejar de serlo, y no quiero señalar a nadie. Como yo nunca fui izquierdista, ni falta que me hizo, disfruté del libro como lo que es, una auténtica lección de estilo, inteligencia e incluso compasión hacia los retratados –los del 98 y alrededores–. Imprescindible para todo aquel interesado en el llamado "problema de España".
 
De entre los pasajes que recuerdo, mi preferido es el que me gusta denominar Ortega Meets Buda en el capítulo dedicado al filósofo madrileño. Marco, incapaz de explicar el origen de las últimas teorías orteguianas, se pregunta de dónde sacaría Don José semejantes ideas. Como homenaje al autor, me atrevo a sugerir una respuesta: la segunda vuelta de la rueda del Dharma:
 
En el reino superior de la Talidad Verdadera
no hay otro ni yo;
cuando se pide una identificación directa,
sólo podemos decir: No dos.
 
En resumen, enhorabuena a José María, un hombre valiente, más incluso de lo que él piensa.
 
 
Enquire within: chuecadilly@yahoo.es
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