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CHUECADILLY CIRCUS

De mariscada en Alejandría

Hace un par de años pronuncié una conferencia titulada "English as lingua franca". Con la excepción de un par de feministas –hombres y mujeres siempre hablamos idiomas distintos–, el resto de la audiencia salió convencida de lo fácil que resulta entenderse con extranjeros en un tercer idioma. ¡Pobre de mí! Little I knew that the Middle East is different. Y si no, que se lo pregunten al paisano que me tomó por analfabeto.

Hace un par de años pronuncié una conferencia titulada "English as lingua franca". Con la excepción de un par de feministas –hombres y mujeres siempre hablamos idiomas distintos–, el resto de la audiencia salió convencida de lo fácil que resulta entenderse con extranjeros en un tercer idioma. ¡Pobre de mí! Little I knew that the Middle East is different. Y si no, que se lo pregunten al paisano que me tomó por analfabeto.
– Middle Eastern Man: Do you know the Pizza Tower?
– Luis Margol: No, we don’t have that in Spain [pensé que hablaba de una cadena de pizzerías].
– MEM: Yes, jabibi, the tower, everybody knows.
– L. M.: Well, we only have Pizza Hut in Spain.
– MEM: No, the tower, it’s falling.
– L.M.: Oh, the tower of Pisa! That one I do know.
La anécdota no tendría más trascendencia si no fuera porque se produjo frente a un auditorio de más de doscientas personas, todas universitarias. Pocos minutos después, una señora preguntó: "¿Eso es un poema, o poesía?". Gracias a Dios, tenía Nacida en cautividad, de Ángela Vallvey, en el maletín, así que diferí la pregunta al prayer break –la pausa para la oración–, momento en el que le mostré el libro y expliqué: "Todo esto es poesía; cada título, un poema".
 
Más tarde me echaron una bronca por haber mantenido private conversation con una mujer. Sin embargo, no creo que a ella le importase. Más bien al contrario. He pasado los últimos días haciendo apartes con mujeres de toda clase, edad y condición, casi todas veladas y algunas emburkadas. Y, a juzgar por las preguntas, juraría que lo que deseaban era pasar unos minutos junto a un hombre que las tratase como iguales. Dos de ellas incluso se quitaron los guantes, y una se descubrió, mostrándome un rostro bellísimo. Tras el improvisado rendez-vous, sus amigas nos hicieron una foto. Ella sonríe, yo salgo con cara de póquer.
 
Detalles cómicos aparte, lo cierto es que al próximo imbécil que se desmarque diciendo que el islam es liberador le parto la cara. Progres majaderos y liberales despistados, no me provoquen. Todos tenemos una madre, y pensar que la mía acabe como las de aquí no me hace ninguna gracia. Tal vez la paz de los esclavos sea gratis, pero yo no voy de gorrón por la vida.
 
Linda Smith: BEARDED MAN/RED CAR (detalle).Sin embargo, tampoco hay que ir de listo, porque donde las dan las toman. Todos llevamos nuestro bagaje de prejuicios, y además lo de fingir se me da muy mal, así que en un momento dado un guapísimo jovencito tuvo que recordarme que "también hay barbudos buenos". "No creas que por llevar barba soy un talibán o algo así. Yo sólo intento cumplir la voluntad de Dios". De modo que me puse a charlar con él y, one thing lead to another..., total, que comimos juntos –como buen cosmopolita que soy, sé usar el tenedor con la derecha–, incluso me echó una bendición. Y si no llegamos a más fue porque Alá no quiso.
 
De todas formas, me dio igual. En mis viajes existe una relación inversamente proporcional entre el número de ligues y el disfrute de la estancia abroad. Con decirles que una vez pasé tres meses rodeado de los indios más guapos del mundo, alguno incluso poseedor de título de belleza, y no pasé de bailar cogido del brazo con uno de ellos, comprenderán my point. Algunas veces uno conoce demasiadas personas interesantes y hace demasiados amigos como para perder el tiempo con romances. Lo siento, pero si esperan alguna historia al estilo de Gala o Goytisolo, no pierdan el tiempo y click off.
 
En otro orden de cosas, en su próximo viaje a Egipto despisten al guía y hagan un ronda de shopping en el centro comercial más cercano. Les recomiendo el Green Plaza de Alejandría: Armani, Diesel y muchos más, a precios de auténtico saldo. Alrededor de 18 euros las camisetas, sudaderas y jerseys en temporada de rebajas. Lo mejor: ropa interior Dolce & Gabbana a 3 euros la pieza y chaqueta vaquera Levi’s por 22.
 
Eso sí, comparen antes de comprar. Los precios entre una tienda y la contigua pueden diferir hasta en un 50%, y muchas cosas son de la temporada pasada. Lo mismo ocurre si usted quiere vender algo, por ejemplo sus servicios profesionales. Cuidado con las rebajas a última hora... y con la peculiar forma de contar que tienen por aquí. Es el único sitio donde 3 + 3 = 4.
 
Volviendo a la moda, la ropa deportiva y las gafas cuestan casi lo mismo que en España –las zapas incluso más; apenas hay–, con la excepción de las camisetas del Real Madrid, un 30% más baratas. Y no se fíen de los vendedores: siempre les dirán, o señalarán, a veces de forma bastante explícita, que están estupendos en una talla menos. Aquí el estilo es lucir cacha o michelín embutido cual longaniza, así que, si no quieren parecerse a los encausados por el 11-M, compren la misma talla que en España. No es que milagrosamente hayan adelgazado caminando entre las pirámides; al moro le gusta marcar trasero.
 
Otro tip fuera de la ruta de los tour-operadores alejandrinos es el restaurante Fish Market. Maravillosas y abundantes mariscadas y deliciosos postres en mesas con vistas a la interminable bahía, más impresionante que la de Copacabana. La mejor sopa de pescado que he probado y un pan exquisito. Reparen en la gran foto de la reina Sofía en la entrada del local y saquen una instantánea de la esposa de Juan Carlos absolutamente radiante (¿será que iba sola?). Y yo que pensaba que era totalmente vegetariana... Me faltó tiempo para consultar con mi contacto mallorquín, que me confirmó que, efectivamente, la señora no come carne, pero lo que es pescado, se pone morada. Comenté con regocijo a dos saudíes lo que hizo la última vez que pisó su tierra. They were not amused. Tanto mejor.
 
Vista de la bahía de Alejandría.Antes de la cena, embriáguense con una sobredosis de shisha o tabaco en pipa –les sugiero uva y manzana–, un vasito de karkadé –el agua de Jamaica de los mexicanos– y la visión de los chicos y chicas más modernos de la ciudad en el Grand Café, situado a pocos metros del restaurante. Y después, una caminata por el paseo marítimo para terminar en el hotel Metropole, donde todo permanece igual, casi, que hace 100 años.
 
A la mañana siguiente, descansen un ratito en Stanley Beach, una playa urbana de lo más simpática, donde encontrarán a los personajes más surrealistas de esta divertida ciudad.
 
En El Cairo, no se pierdan El Korba, un precioso barrio colonial cerca del aeropuerto. Bajo los soportales de la avenida principal encontrarán tiendas con productos a precio de mercado callejero pero de mucha más calidad y un montón de tabernas abiertas a la calle donde sentarse y pasar horas observando de forma discreta las idas y venidas de la población local. En las calles laterales, mansiones de elegante arquitectura y preciosos jardincillos cuidadísimos. Ideal para conseguir fotos exclusivas y no aburrir a los amigos con las mil y una perspectivas de Gizah. Les costará convencerles de que estuvieron realmente en Egipto y no en Cannes.
 
El downside del país son las paupérrimas aldeas –welcome to Africa– y las deprimentes visiones de emburkadas trabajando en el campo mientras los maridos pasan el rato bebiendo té con los amigos. De las mezquitas, casi mejor no hablar. Crecen en los barrios pobres como las setas en otoño. Me pregunto si habrá alguna relación entre la riqueza de los templos y la miseria de los barrios circundantes. Mejor ni pensarlo.
 
Hace unos años alguien me dijo que Sadat se había dedicado a realizar grandes obras públicas que el país no se podía permitir y a llenar las calles de artículos de lujo que nadie podía comprar. Además de eso, ahora hay saturación de mezquitas, mientras el apoyo a los Hermanos Musulmanes crece como la espuma. No obstante, no es difícil encontrar personas que piensan que el actual presidente iraní es una auténtica maldición, que el fundamentalismo islámico es una patraña y que algún día los palestinos se darán cuenta de que sus líderes son una banda de farsantes que sólo desean pasar a la historia a costa de la sangre de su pueblo. Espero que sea con esa gente, y no con los otros, que se realicen alianzas de cualquier tipo. Si no es así, estamos apañados.
 
De todas formas, siempre nos quedará la mirada cómplice del recepcionista del hotel, el "este país no es libre, ¿sabes?" del vendedor de la tienda de discos y el "yo también estoy soltero, ¿entiendes lo que digo?" del compañero de trabajo. Por ellos y por todas las veladas y emburkadas a su pesar merece la pena estar donde estoy y decir lo que digo. Si Sofía aparece en el reino saudí y monta un escándalo a base de faldas y volantes, lo menos que sus modestos súbditos podemos hacer es proporcionar a algun@s sometid@s unos segundos de libertad.
 
Felices Pascuas por adelantado a todos.
 
 
Enquire within: chuecadilly@yahoo.es
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