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CHUECADILLY CIRCUS

De Bloomsbury a La Latina, pasando por Maripija Street

Permítanme romper la regla dickensiana y comenzar justo por el medio. Un poquito de flash back no viene mal para expresarles que todavía estoy flasheado por las cosas que me ocurrieron la semana pasada: latin jazz del bueno, sobredosis de maripijas y evento cultísimo y uberliberal en la sede de la CAM. Too much!

Permítanme romper la regla dickensiana y comenzar justo por el medio. Un poquito de flash back no viene mal para expresarles que todavía estoy flasheado por las cosas que me ocurrieron la semana pasada: latin jazz del bueno, sobredosis de maripijas y evento cultísimo y uberliberal en la sede de la CAM. Too much!
Gabriel Colunga: ADIÓS.
El sábado pasado, quedada con Robby, soltero de oro neocón y socarrón, Andy, American expatriate, ejemplar padre de familia de familia yé-yé y reserva espiritual de la socialdemocracia, y la ya conocida por todos ustedes Meri White. Asistimos al gig del carismático pianista Joshua Edelman y su banda de latin jazz en el Bogui Jazz Club. El neoyorquino montó un pequeño escándalo absolutamente memorable. Su música es sin duda el mejor antídoto contra cualquier sobredosis de chochi music, techno ochentero o Edad de Oro del Pop Español.
 
Para celebrar sus 25 años en la capital, el año pasado sacó Calle del Rosario, un CD/DVD que les hará olvidar todas sus penas o seducir a quien quieran desde los primeros acordes. Cómprenlo antes de que se agote, sigan al artista por los mejores garitos de la capital y pidan a sus concejales de festejos la presencia de Edelman y Conexiones en las próximas fiestas de su pueblo o el festival cultureta de la temporada.
 
Y para festejo, el organizado el martes con motivo de la presentación de Economistas extravagantes, de la editorial Hoja Perenne, que dirige la bella Elena, ¡always in modelazo! Como su bebé haya salido a ella, el niño va a ser el Ortega y Gasset rider más exitoso de su década, más rompedor que David Gistau. Un Anatole liberal dispuesto a castigar a partes iguales a progres y democristianos. Can’t Wait!
 
El libro del profesor Cabrillo traza las semblanzas de algunos de los economistas más célebres de la historia. Si les gustó el Intelectuales de Paul Johnson o recuerdan aquel Locos egregios de Vallejo-Nágera, no se pierdan esta desternillante crónica, que por su tamaño y color –el diseño de la portada es un auténtico lujo– resulta ideal para playas, piscinas y cafés vieneses.
 
Algún presentador se pasó con el mate y dijo alguna barrabasada sobre la homosexualidad de Keynes, que el bueno de Cabrillo supo desmentir con su habitual bonhomía. La predilección del de Bloomsbury por la intervención poco tuvo que ver con el mariconeo, sino más bien con su profundo elitismo, arrogancia y pijería. Como la de algún asistente, un guapo y pizpireto colaborador de FAES al que se le había ido la mano con la fragancia Fahrenheit y dejaba un rastro asfixiante. Simply unforgivable!
 
Por su parte, varias féminas se preguntaban por la marca de hair conditioner de la liberal Lucía Figar, cuyo departamento patrocina un extraño CD educativo anticapitalista y antiglobalización. Seguiremos sufriendo la cuota democristiana hasta que el vástago de la bella Elena y Jesús alcance la pubertad.
 
Buenísimo el tinto del cocktail posterior –los camareros me forzaron a beber tres copas–, aunque eché de menos un poco de pan con las suculentas racioncitas de queso, salmón y otras delicias. Una cosa es no excederse con los hidratos de carbono y otra que los demás nos quedemos sin los azúcares necesarios para excitar la masa cerebral y quedar de lo más witty delante de esos académicos tan brillantes. También estuvo FJL, pero como no quiero que digan que soy como la Maruja Torres, haciendo la pelota a sus jefes...
 
Y como colofón de esta crónica, a piece of queer news (para esto estoy aquí, ¿no?): fantástica IV Fiesta Aquarius, organizada por un club de fans de Massiel fundado para dar cobijo a todos aquellos uranianos que ni en Sotogrande ni en Saint-Moritz terminan de encontrar su ambiente.
 
Si hace unas semanas lamentaba la omisión de la mariculta, o sea tipos como yo, en La acera de enfrente (1994) de Leopoldo Alas, ahora debo exigir la inclusión de otra clase bien llamativa, peculiar y poco conocida: la maripija.
 
Tampoco estaba yo muy acquainted con el grupo, aunque la otra noche, la anterior al latin jazz, las conocí a todas, de golpe y sin previo aviso, gracias a la amable invitación de un simpático y most kissable lector. El sarao, hermano de fantásticos eventos como Huyo del Orgullo, reúne con cierta asiduidad a un grupo perfectamente endogámico y muy alegre de pijos cimbreantes de toda clase y condición –bonito oxímoron.
 
Entre la nutrida concurrencia, el copresentador de un programa de televisión mañanero y sus nuevos amigos. A los antiguos los dejó en cuanto le salió un trabajo en la pequeña pantalla nationwide. ¿Cría cuervos, o cosas del oficio? Tal vez lo mismo. También había un político con quien me topo en todas partes y que siempre mira pero nunca saluda. Tanto es así que la última vez que coincidimos mi madre se asustó un poco:
Luis, ¿quién es ese hombre que nos observa con tanta atención?
– No, no es el economista de gafas que parece el hermano guapo de Woody Allen y que tanto me gusta, sino ese otro, el loiro.
A su lado, un funcionario del partido ("me encantan Alberto y Alicia Moreno") que trabaja con un concejal pasado a los esperancistas anteayer. Mi director creativo y él habían coincidido en el colegio, aunque nunca fueron amiguitos. De todas formas, charlaron e incluso se dieron el double cheek kiss de rigor, el funcionario como si fuera la Reina Isabel II saludando a sus parientes, el artista de forma desganada y castigadora.
 
Al entrar en el local te entregaban un flier animándote a besar a los nueve acuarios de la fiesta (algunos llevan cumpliendo los 26 desde que descubrieron el ambiente) y a saludar sin miedo. ¡Conózcalos!, rezaba el folleto, y vaya que si se conocieron. Al más puro estilo de Joan Jett y su "I Love Rock & Roll" (so put another dime in the juxebox, baby). Desenfreno, buena música, alcohol de primera y ambiente chic y sofisticado. Espero repetir.
 
Lo peor, una engominada look "pija abrigada" –jersey alpino a 25 grados– oliendo a algo rarísimo y presumo que caro llamado Odyssey que recordaba las gominolas de menta que tanto me disgustaban de niño. Seducía a un musculado afabilísimo con un CD de María Figueroa, lo menos recomendable del panorama musical español. Le sugiero pasarse al aroma primaveral de La Prairie, muchos menos vulgar y bastante más agradable.
 
Lo mejor, Juan Luis, interiorista "progre y republicano", el único look malasañero de toda la fiesta. Como desconfío de la uniformidad, me encantó, y así se lo hice saber. El chico debió de tomarme por loco y salió despavorido a los pocos minutos. Con él, un azafato de Air Madrid que apenas hablaba o sonreía, supongo que para conservar un cutis libre de arrugas. No se me olvida el DJ, jersey a lo Freddy Krueger, cuerpo Kate Moss y collar de perlas grises recién sustraído del joyero de mamá. Divine!
 
En resumen, una ocasión excelente para desempolvar los Privata de mi adolescencia, que todavía me caben, y ligar like there’s no tomorrow. Sin embargo, elegí pana verde Ralph Laurent y corbata Chagal All Stars (Elvis, Marilyn y Judy Garland). Juzguen ustedes mismos. Por cierto, los bellezones que me flanquean están solteras y sin compromiso. Sus números de teléfono, only for the right price. Yo sí que soy randiano.
 
Abandoné la fiesta justo antes del Juicio de Paris sui géneris de pectorales y pelucas. Sobre una pared, proyección de instantáneas de anteriores desfiles. No muy logrados, todo hay que decirlo, aunque yo no soy una autoridad en disfraces. De todas formas, ya estoy preparando mi outfit Vitelia, la mala de La Clemenza di Tito, para la próxima de Huerta y sus Free Minds and Free Markets Warriors (what a lovely retinue!). Nada que ver con Aquarius, pero igual de recomendable.
 
 
Inquire whitin: chuecadilly@yahoo.es
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