Menú
CIENCIA

Complot contra ET

Están ahí. Siguen estando. Llevan años, décadas, realizando su callada labor cósmica. Envían sus mensajes al espacio exterior esperando una respuesta. Nadie parece hacerles caso. Periódicamente, su presencia salta a los medios de comunicación. Durante unas semanas se habla de ellos, de sus técnicas para rastrear mundos, de su conocimiento del cosmos, del lenguaje oculto con que pretenden comunicarse. Pero luego vuelven al olvido. A su rutinario trabajo interestelar.

Están ahí. Siguen estando. Llevan años, décadas, realizando su callada labor cósmica. Envían sus mensajes al espacio exterior esperando una respuesta. Nadie parece hacerles caso. Periódicamente, su presencia salta a los medios de comunicación. Durante unas semanas se habla de ellos, de sus técnicas para rastrear mundos, de su conocimiento del cosmos, del lenguaje oculto con que pretenden comunicarse. Pero luego vuelven al olvido. A su rutinario trabajo interestelar.
Fotograma de la célebre película de Spielberg E. T.
No. No me refiero a ningún tipo de civilización extraterrestre. Hablo de los hombres y mujeres (humanos ellos; y científicos, para más señas) que dedican sus vidas a la búsqueda de un rastro de inteligencia fuera de la Tierra. De los astrónomos de proyectos de investigación empeñados en perseguir la que sería la noticia científica más importante de la historia de la Humanidad: la confirmación de que existe vida extraterrestre. Su labor entra y sale de las páginas de los periódicos erráticamente. A veces, incluso, inspira guiones hollywoodienses. Pero la mayor parte del tiempo pasa inadvertida para el gran público.
 
Ahora, sin embargo, se arraciman algunas noticias que han vuelto a dar brillo a esta pionera caza de ET. Y todas tienen que ver con algunos obstáculos a los que la ciencia ha de enfrentarse de manera más o menos espontánea. Un reciente estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) sugiere, por ejemplo, que la búsqueda de planetas en otros sistemas distintos al Solar podría ser más difícil de lo que pensamos.
 
Como se sabe, uno de los caballos de batalla de la astrobiología (la ciencia que rastrea huellas de vida fuera de la Tierra) es la localización de planetas extrasolares, de mundos que giran en torno a estrellas distintas al Sol. En las últimas décadas se han encontrado docenas de estos planetas, en la mayoría de los casos gigantescos, flotando en sistemas estelares ajenos al nuestro. Ninguno de ellos es susceptible de albergar vida, pero los científicos han visto una ventana abierta a la esperanza. Si se confirma que existen gigantescas bolas de gas (similares a nuestro Júpiter) alrededor de otras estrellas, ¿quién dice que no existan también en sus cercanías pequeños mundos de roca y agua similares a nuestra Tierra?
 
De momento, los únicos planetas hallados son enormes y demasiado cercanos a su sol para contener vida. Pero el problema es que las técnicas de observación actuales sólo son capaces de detectar este tipo de moles. Que no encontremos planetas más pequeños y placenteros no significa que no existan.
 
El problema acaba de surgir, cuando el citado informe de UCLA ha sugerido que los astrónomos podrían estar dejándose engañar por las apariencias. En realidad, dice, es probable que algunos de estos supuestos planetas no sean otra cosa que cometas que pasan cerca de la estrella de referencia. Aunque los cometas son minúsculos e invisibles para nosotros a tales distancias, las gigantescas colas de materia que arrojan al espacio según se acercan a su sol podrían ser contempladas desde un telescopio terrestre como un punto de sombra y confundidas con una esfera planetaria.
 
Si es cierta esta idea, la búsqueda de vida fuera de la Tierra debería posponerse hasta que hubiera la seguridad de que los cálculos matemáticos pueden eliminar la mencionada fuente de error.
 
Está claro que no es fácil buscar a ET. No lo es si se esconde detrás de la sombra mentirosa de un cometa, y menos si lo hace tras una señal de microondas de telefonía móvil. Y es que la segunda mala noticia para los rastreadores de señales extraterrestres tiene que ver, precisamente, con la pasión humana por el celular. En enero de 2006 se espera la publicación de un ansiado informe de la Federal Aviation Administration (FAA) de Estados Unidos sobre el uso de teléfonos portátiles en los aviones. Tras los atentados del 11-S se sugirió que el masivo uso del móvil que hicieron las víctimas para contactar con sus familiares en tierra poco antes de morir no había producido ninguna interferencia evidente en los sistemas de navegación de los aparatos.
 
Aquel dato sirvió para cuestionar las actuales medidas que prohíben hablar por teléfono en vuelo. Para medir el riesgo de esta práctica, la FAA encargó un exhaustivo informe que, según se rumorea, podría acabar aconsejando que se levante la famosa prohibición.
 
De ser así, los adictos al telefonino estarán de enhorabuena, pero los astrónomos que buscan vida fuera de la Tierra podrán ir pensando en rastrear las huellas de otro empleo, porque perderán buena parte de su capacidad para contemplar el cielo.
 
Algunas de las radiaciones que emite un teléfono móvil caen en una banda de frecuencia idéntica a la que ocupan las señales que nos llegan de las estrellas recién formadas o moribundas. Esa parte del espectro está, hoy por hoy, reservada para uso exclusivo de astrónomos que afinan sus radiotelescopios en busca de la huella molecular de estos astros. Cuando usamos un teléfono en tierra firme las radiaciones contaminantes son absorbidas por árboles y edificios, y no molestan a los astrónomos. Pero desde un avión producirían un ruido ensordecedor para los telescopios. Un solo teléfono en un avión a 200 kilómetros de distancia podría estropear una observación astronómica.
 
Uno de los proyectos más afectados sería el famoso proyecto SETI, que rastrea el cielo en busca de señales de radio que puedan proceder de algún tipo de vida extraterrestre inteligente.
 
Así las cosas, puede que los humanos no estemos solos en el Universo. Pero parece que se nos ponen las cosas muy difíciles para encontrar pareja cósmica.
 
Querido ET: algo se interpone entre nosotros.
0
comentarios