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CÓMO ESTÁ EL PATIO

Cambio tres cospedales y dos sorayas por una Sarah Palin

Lo poco que de Alaska conocemos la mayoría de los españoles lo conocemos sobre todo gracias a la magnífica serie Northen Exposure (llamada aquí Doctor en Alaska), a la que la cadena pública hizo continuas canalladas. Tan pronto te la ponían un martes como un sábado, pero, eso sí, siempre en horario de madrugada y en un orden caótico, de tal forma que no había más remedio que dejar el vídeo programado para que grabara todo lo que se moviera por La 2 entre la medianoche y las tres de la madrugada.

Lo poco que de Alaska conocemos la mayoría de los españoles lo conocemos sobre todo gracias a la magnífica serie Northen Exposure (llamada aquí Doctor en Alaska), a la que la cadena pública hizo continuas canalladas. Tan pronto te la ponían un martes como un sábado, pero, eso sí, siempre en horario de madrugada y en un orden caótico, de tal forma que no había más remedio que dejar el vídeo programado para que grabara todo lo que se moviera por La 2 entre la medianoche y las tres de la madrugada.
Los personajes de la serie eran en su mayoría grandes ácratas, llegados a esa última tierra de frontera como los colonos lo hacían al Salvaje Oeste a mediados del siglo XIX. Con Sarah Palin, gobernadora de aquellos pagos y flamante candidata a la vicepresidencia de EEUU, uno tiende a admitir que la realidad es, también en este caso, muy parecida a la ficción. El único lugar del que podía surgir una Palin es, en efecto, un pueblecito al norte de Anchorage.
 
Sarah Palin, al contrario que nuestras sorayas y cospedales, es de derechas y está en contra del aborto. Aparte de esos dos detalles, como gobernadora ha hecho una limpieza total de personajes corruptos incluso dentro de su partido, acabado con el despilfarro y bajado los impuestos, a riesgo de que "las gentes de la cultura" (de la cultura boreal, en este caso), artistas contemporáneos, performers arriesgados, directores de cine y demás clases ociosas, cuya opinión tanto se valora absurdamente en Europa, la tacharan de reaccionaria. En realidad, no creo que haya mucho artista megaconcienciado allá en Alaska, compartiendo espacio con los renos y quitando paletadas de nieve cada mañana para poder abrir la puerta del garaje, pero aunque los hubiere, parece claro que la señora Palin no renunciaría a sus convicciones para ganarse el favor de unos cuantos parásitos de los fondos públicos.
 
Si es cierto, y lo es, que la categoría de un político conservador está en relación directamente proporcional a la cantidad de espumarajos que echan los medios progresistas cuando se refieren a su persona, habremos de concluir que McCain ha hecho una magnífica elección al apostar por Sarah Palin.
 
José Blanco.Aquí mismo, el diario El País, que, a diferencia de Pepiño Blanco, no tiene reparos en influir descaradamente en las elecciones yanquis a golpe de editorial (como es sabido, lo primero que hacen al levantarse los mineros de Nebraska y los granjeros de Luisiana es consultar la edición internacional de El País y las últimas declaraciones de Pepiño), ha dedicado a la gobernadora un par de titulares de los que no se recuperaría fácilmente un centrorreformista ibérico. Pero los asesores republicanos tienen un interés perfectamente descriptible por las cogitaciones mañaneras de los becarios de Prisa encargados de borronear el editorial, y no más reseñable por las aportaciones intelectuales de Pepiño Blanco a la ciencia política (en el caso muy hipotético de que alguien de los EEUU sepa que aquí hay un periódico llamado así y un político de extrema izquierda que cada día aclara los concetos a los fascistas norteamericanos ), de ahí que ambas opiniones les importen, digamos, lo mismo que a mí, que ya es ponerse.
 
Las críticas de los medios progresistas a la gobernadora, superada la fase en que se destacaba su inexperiencia –tras caer quienes tal hacían en la cuenta de que, al lado de Obama, Palin es Catalina la Grande–, se centran ahora en el hecho de que tiene una hija de diecisiete años embarazada.
 
Como no saben cómo atacarla, caen en el más completo de los ridículos. A Sarah Palin la podrían acusar de hipocresía en el caso de que, siendo como es conservadora, hubiera aplicado la receta progresista para los embarazos de las menores de edad, que consiste en llevarlas a abortar a un centro pagado por los contribuyentes. Sin embargo, la familia Palin, consecuente con su concepto de la moral, va a ayudar a la niña a que lleve el embarazo a término, se case y pueda criar a su bebé con salud, arropada por el resto del clan. Muy mal debe de estar la industria del aborto en Norteamérica para que los progres se molesten tanto ante la pérdida de una clienta. Y muy preocupados deben de andar los medios progres con las posibilidades electorales del gilicandidato demócrata para caer en el ridículo de forma tan desvergonzada. Pero allá la primera y los segundos.
 
Lo sustantivo, en todo caso, es que los votantes norteamericanos de derechas tienen un ticket electoral que incluye a una mujer con convicciones, casualmente las mismas de sus votantes, y que además las ha puesto en práctica a lo largo de toda su vida pública y privada, a despecho de las críticas de los enemigos del auténtico progreso. Y encima es guapa. O sea, como aquí.
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