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CIENCIA

Basura en el cielo

Es muy probable que a la hora a la que algunos de ustedes lean este artículo UARS acabe de pasar por encima de sus cabezas y de la mía. En principio, lo habrá hecho sobre las 21 horas de hoy viernes, 23 de septiembre. Espero que haya pasado tan alto que no nos haya despeinado.


	Es muy probable que a la hora a la que algunos de ustedes lean este artículo UARS acabe de pasar por encima de sus cabezas y de la mía. En principio, lo habrá hecho sobre las 21 horas de hoy viernes, 23 de septiembre. Espero que haya pasado tan alto que no nos haya despeinado.

A la hora de escribir estas líneas, la NASA aún no ha sido capaz de precisar el lugar exacto del impacto de dicho satélite, diseñado para la investigación de las capas altas de la atmósfera. Lo más que sabemos de él es que fue jubilado en 2005, y que desde entonces ha ido dando vueltas a la Tierra preparando su reingreso a la atmósfera, donde los ingenieros esperaban que el rozamiento descompusiera sus más de 500 kilos. Sucede así frecuentemente con todo tipo de material que el ser humano deposita en órbita.

UARS, sin embargo, no se destruirá totalmente, y algunos de sus fragmentos caerán a tierra. Como nuestro planeta es una inmensa bola de agua con pequeñas manchas de suelo, lo más probable es que caiga en el mar. La probabilidad de que impacte en zona habitable y produzca daños a un ser humano es de 1 entre 3.200. La probabilidad de que ese humano sea usted es de 1 entre varios miles de millones. Pero puede ocurrir.

Parece mentira que, en un siglo en el que los ingenieros son capaces de depositar con precisión una nave en la hectárea que han elegido en la superficie de Marte, la caída de un satélite en nuestro terruño esté expuesta a tanta incertidumbre.

Hay algunos factores que dificultan la predicción. La actividad solar es uno de ellos. Los cambios en la intensidad de la energía que llega del Astro Rey modifican la densidad de la atmósfera y, por ende, el factor de rozamiento de los objetos que caen en ella. Recordemos que, en estos momentos, el Sol se encuentra en una de las fases más virulentas de su ciclo vital de los últimos 11 años.

Así que las eminencias de la NASA no pueden responder a la pregunta que todos nos hacemos ahora: ¿dónde caerá el artefacto?

Suceda lo que suceda, la noche del viernes se tendrá respuesta a estas cuitas, y si ustedes etán leyendo estas líneas es porque al final no ha pasado nada. Sólo había una probabilidad de 1 entre miles de millones de que los ordenadores de Libertad Digital fueran destruidos por el impacto de un trozo de UARS.

¿Qué puedo contarles, queridos lectores supervivientes? Pues que UARS no es más que una pieza de las miles que flotan en la órbita terrestre sin cumplir función alguna y que componen la llamada "basura espacial". Se trata de una plétora de desperdicios humanos, desde minúsculos tornillos y motas de pintura hasta satélites no operativos, pasando por fases de cohetes, que se acumulan en el espacio. En 2010 se contabilizaron unas 15.000 piezas de desechos. Muchas de ellas residen en órbitas cementerio, pero otras pululan a sus anchas y su presencia es preocupante.

La basura espacial puede impactar con naves y artefactos en funcionamiento. Hace algo más de un año, sin ir más lejos, los tripulantes de la Estación Espacial Internacional tuvieron que refugiarse en la nave de evacuación Soyuz, preparados para huir, por la amenaza de que un fragmento de basura espacial colisionara con el aparato. Al final, pasó a sólo 250 metros de distancia. Hay que tener en cuenta que a las velocidades de miles de kilómetros por hora a la que orbitan estos aparatos, el impacto de una sola mota de pintura puede ser catastrófico.

Tanto es así, que algunos expertos han augurado que, de seguir el ritmo de crecimiento de la basura en el cosmos, el ser humano podrá ver cortada de cuajo su ambición de viajar a Marte. Tarde o temprano habrá tanta porquería flotando en órbita, que no quedará ni un pequeño resquicio para lanzar una nave tripulada sin riesgo de accidente.

Sería como si Colón hubiera tenido que dar la vuelta de su primer viaje a las Indias por no encontrar un lugar por el que atravesar el mar sin colisionar con una roca. El Homo sapiens, la especie más viajera y colonizadora de la Tierra, puede estar a punto de cerrarse las puertas a su próxima conquista.

 

http://twitter.com/joralcalde

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