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CRÓNICA NEGRA

Asesino busca tele

Los magos de la televisión empezaron con ladrones escandalosos que se llevaron millones que nunca aparecieron y a los que pagaron para que contaran cosas insulsas de sus vidas vanas. Enseguida la apuesta subió: necesitaban un asesino, que sería de mucho más efecto. Un psicopatón de aquí te espero dispuesto a montar el número bajo los focos palpitantes.

Los magos de la televisión empezaron con ladrones escandalosos que se llevaron millones que nunca aparecieron y a los que pagaron para que contaran cosas insulsas de sus vidas vanas. Enseguida la apuesta subió: necesitaban un asesino, que sería de mucho más efecto. Un psicopatón de aquí te espero dispuesto a montar el número bajo los focos palpitantes.
Pero el caso es que en el último minuto se echaron para atrás. El presunto asesino dijo que tenía que excusarse porque no le dejan olvidar su pasado. La verdad es que lo que oculta tiene bemoles.
 
Personalmente, yo no sé si el treintañero que se presenta con su novia para triunfador era, como dicen, el asesino de Benijófar (Alicante), que catorce años atrás, cuando era un menor protegido por la ley, asesinó en su casa a sus padres a tiros. De confirmarse este extremo, se demostraría que se trata de una persona amante del protagonismo y, quizá, con un deseo de notoriedad nunca saciado. Ni siquiera la muerte le procuró la ansiada relevancia.
 
En los tiempos del doble parricidio, el criminal quedó al principio como un pobre huerfanito al que le consumía la pena. Hijo de suizo y española, era un muchacho amable, algo reservado, que estaba obligado a superar una doble pérdida. Pero la representación no pudo continuar. Los agentes que vigilaban le sorprendieron riendo en el funeral. Es decir, que estaba allí como reventado de la risa, como diciéndose para sus adentros: "Lo he hecho y no son capaces de descubrirme".
 
La cosa fue tan grave que al final tuvo que confesar, porque si no corría el peligro de perder protagonismo. Luego, todo fue suyo. Todos quedaron admirados de tal falta de escrúpulos, semejante crueldad. Baste decir que a la madre le descerrajó tres tiros, y luego compartió cuatro horas con el cadáver; hasta que llegó el padre, al que metió siete balazos en el cuerpo. Disfrutó de los quince minutos de gloria que decía Andy Warhol, al que también le dieron un tiro guapo, por el que estuvo a punto de palmar; pero en el caso de Benijófar, como era menor, se apagaron todos los fuegos de alrededor. No dieron otra cosa que las iniciales, que ésas sí que coinciden con el chico reinsertado, y no pudo verse su rostro de pasmao, ni sus aires de Marlon Brando en La jauría humana, con la chaqueta de serpiente.
 
Por su edad, lo condenaron a dos años de régimen cerrado en uno de esos centros especiales donde los parricidas jóvenes se reinsertan como en una olla exprés, de tal manera que nada por aquí, nada por allá, un individuo que ni siquiera accedió a revelar la verdadera razón por la que había matado salió otra vez al mundo de los ciudadanos libres.
 
No sabemos lo que hecho desde entonces, hasta que supuestamente lo encontramos dispuesto a una sobreexposición de famoseo, tras haberle confesado su negro fondo de armario a la novia, con la que se presentaba al programa ése que selecciona chicos tan interesantes. Estaba a punto de empezar cuando alguien debió de caer en la cuenta de que la situación podría irse fácilmente de las manos. ¿Quién dice que el muchacho no se va a volver a cabrear, esta vez con sus compañeros o con los productores del programa? En ese caso, vaya si lo pagan.
 
Decidieron cortar, privando a la audiencia de ver al chico protegido, con sus cuentas saldadas con la ley, tratar de colar una vez más que dio muerte a sus progenitores por motivos sólidos, porque solían llamarle la atención o reñirle, incluso alguna vez le dieron una colleja o un sopapo. Por lo menos eso es lo que vino a decir en aquel entonces el de Benijófar, que si fuera el mismo podría no haber variado la cantinela.
 
En los grandes programas de televisión a veces se ha descubierto una casada infiel, un gay desesperado o un putón verbenero, pero esto del asesino como sorpresa es mucho más fuerte y actual. En estos tiempos que vivimos, en muchos hogares se da la circunstancia trágica de que los hijos no respetan a los padres. A veces los amenazan, coaccionan, pegan y matan. A ninguno se le cae la mano de vergüenza.
 
Ver a uno de estos jóvenes rebeldes en acción habría sido lo que le faltaba a un reality de TV que, estrenado como nuevo, se parece mucho a otro que daban en otra cadena con un palito más y con visitas a chinos de todo a cien, que ahora, sin asesino potencial, se ha quedado en pura filfa.
 
Los asesinos a veces matan por el puro placer de distinguirse de los demás. Los que matan son únicos, irrepetibles, sólo unos pocos dentro de la enorme masa humana. El hecho de ser menor de edad puede resultar para alguno de ellos un serio inconveniente, puesto que el crimen no sólo no adquiere el relieve que merece, sino que se tapa, para impedir precisamente la mala fama de los criminales jóvenes. Es como si les rompieran el huevo kinder.
 
Más tarde pueden tener la oportunidad, como el presunto de Benijófar, de recuperar el tiempo perdido. Imaginen ese momento de intimidad ante la cámara, con dos millones de seres asustados siguiendo la peripecia del exterminador. Él pone cara de James Dean tirando piedras a un cristal y enseguida la chica le abraza: "¿Por qué estás triste?". "Ya lo sabes. Maté a mis padres"."Pero ellos te regañaban, incluso te dieron un par de tortas", protesta ella. "Sí, pero no todo el mundo lo comprende", dice él, resignado.
 
Es verdad, el exhibicionismo del homicida no tiene fin, y en este caso se habría impedido, de ser como lo cuentan, que el pasado picante permaneciera enterrado con los padres y el joven pudiera rehacer su futuro como Don Famoso, el del reality. Un chico que tuvo que matar a sus progenitores porque la vida es dura, pero que tiene toda la televisión por delante. Se ha quedado momentáneamente en paro, pero ya lo saben: asesino busca tele.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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