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UN VIAJE POR LAS HURDES

Antes era más duro...

El señor Eusebio anda más cerca de los 70 que de los 60. "Cuando era joven esto era mucho más duro, desde luego. Ahora, ¡ya lo ve usted!, la vida ha mejorado. Y lo han hecho los hurdanos mismos. Aquí todo lo hemos hecho nosotros. Y de eso, le voy a decir a usted, no se habla nunca, de lo nuevo, de lo que ha cambiado esta tierra. Los que vienen sólo se fijan en la miseria y en cosas raras. ¡Nadie habla de lo nuevo! ¿Ve las casas que hacen ahora, de dos pisos? Pues nadie ha venido a enseñarnos. No ha venido ningún ingeniero ni constructor. ¿Cómo se ha aprendido?".

El señor Eusebio anda más cerca de los 70 que de los 60. "Cuando era joven esto era mucho más duro, desde luego. Ahora, ¡ya lo ve usted!, la vida ha mejorado. Y lo han hecho los hurdanos mismos. Aquí todo lo hemos hecho nosotros. Y de eso, le voy a decir a usted, no se habla nunca, de lo nuevo, de lo que ha cambiado esta tierra. Los que vienen sólo se fijan en la miseria y en cosas raras. ¡Nadie habla de lo nuevo! ¿Ve las casas que hacen ahora, de dos pisos? Pues nadie ha venido a enseñarnos. No ha venido ningún ingeniero ni constructor. ¿Cómo se ha aprendido?".
Fotograma de LAS HURDES, TIERRA SIN PAN, de Buñuel (1932).
– Supongo que en la emigración –le respondo.
– ¡Eso es! Aquí, quien más quien menos sabe de albañilería, y de lo que haga falta. Y otra cosa le voy a decir, que es un ejemplo para los demás: en Las Hurdes la gente no abandona la tierra. La siguen trabajando, ¡porque yo he visto por ahí pueblos abandonados con sus buenas tierras de labor! Sí, se vive mejor ahora. Cuando yo era pequeño lo único que se sacaba era de esos campos y de las cabras. Las familias solían tener cerdos. Si las cosas venían bien, pues bien. Si no, a pasar hambre. Cuando llovía se colaba el agua por el techo y había que cambiar de sitio los jergones. Bueno, jergones: dormíamos encima de helechos secos.
 
Los pinos constituyen un foco de atención permanente.
 
– Los pinos ahora no dan mucho, unos pocos jornales al año. Pero, la verdad, gracias a ellos se empezó a progresar. Los hurdanos antes no éramos obreros, sólo vivíamos de los huertos y como pastores. Luego, con los jornales pudimos empezar a comprar cosas necesarias. Actualmente la gente quiere más jornales. El pobre ya se sabe lo que busca: paz y buena olla…
 
Recreación prictórica del bautismo de Cristo em las aguas del Jordán.– Del origen de esto… uf… No se sabe mucho. Unos dicen que celtas, o que los iberos auténticos… Lo que sí es seguro es que esto fue siempre tierra de pastores. Ahí por los montes había muchos corrales de piedras, redondos. Los niños preguntábamos a los padres que por qué eran redondos y ellos, para librarse de nosotros, contestaban: "Para que no meen los perros por las esquinas". Nosotros siempre hemos llamado a esto "Lah Jurdi", no "Las Hurdes". Había un refrán por ahí que decía: "Pantalón de pana y remiendo al culo, jurdano seguro". Nosotros nos llamábamos "jurdanu". Se cuentan varias historias de dónde viene el nombre. Una de ellas es que del convento de Los Ángeles venían a bautizar a los pastores, y como decían: "Yo te bautizo con el agua del Jordán", pues se quedó la palabra desfigurada. Otros dicen que la población serían moros, o judíos escapados. Hace tiempo vino un sabio hebreo que había leído en París que veníamos de los hebreos.
 
– He observado una proporción bastante alta de gente rubia.
– Al nacer suelen venir rubios, luego crecen y pierden ese color. Mire, le voy a enseñar unos instrumentos que conservo aquí. Esto es un espadón (¿o dijo espadín?) para tratar el lino. Y esto, una rueca. ¿Usted sabe lo que es una rueca?
 
El interpelado tiene una cierta idea.
 
– Pues sí, para hilar. Esto lo cogían las mujeres en un brazo, y con la otra mano iban hilando. ¿Se fija en estos palitos que forman como una jaula en la parte de arriba? Ahí metían bolitas y así, al dar vueltas el palo, iba haciendo ruido, como música… Y esto es un tamboril, hecho de una pieza de tronco de cerezo. Lo vaciaban por dentro, y se toca el palillo en la badana, de piel de cabra. Cosas de éstas las guardo yo de mis mayores, y ¡hasta que se pudran! No las vendería, no.
 
– En otros tiempos se cultivaba mucho lino y centeno (el visitante se acuerda, una vez más, de Galicia). Se hacían unos paños de lino, áspero, ¿eh? A mí me hizo mi madre unos calzoncillos, y vaya cómo raspaban. Para el centeno no se usaba el trillo, sino el sistema de malearlo con palos para separar el grano, que he oído decir que era un sistema godo. También las cabras eran diferentes. Tenían pelos más largos, y con ellos hacíamos sogas. Las mujeres los hilaban, y los hombres componían las sogas. Se sentaban en corro alrededor de una estaca clavada en el suelo, y de allí iban tirando los hilos. ¡Unas sogas fuertes, ya lo creo!... Había más cabras, todos tenían veinte o treinta. Y como nacían más hijos tontos, ¡pues hala!... ¡a cuidar las cabras! Sólo que hoy no nace casi ninguno tonto, no.
 
Same Rangen: SHEPHERD'S SON (detalle).Sentado en una silla baja, junto al fuego, Eusebio habla pausado. Su cabeza se mantiene clara, reflexiva y con buen humor, y de su persona se desprende esa dignidad sencilla que antaño se atribuía en diversos países a los españoles, ha leído el viajero en algún sitio. Ha sido pastor, y sus informes son hoy una referencia importante para quien desee estudiar la zona. Tiene buena inteligencia y es consciente de ello, si bien, "carrera, tengo la del galgo".
 
– La tierra pertenece por completo a los hurdanos. Fue del Duque de Alba, pero los habitantes se la compraron. Reunieron el dinero, en onzas de oro, y unos pastores se lo llevaron. Metieron el oro en un corcho, y otros dos iban vacíos para que así, si les veía alguien que pudiera robarles, creyera que estaban cambiando las colmenas. Después la gente empezó a regar con el agua de los ríos, y los viejos dueños dijeron que a eso no tenían derecho, que el uso del agua no lo habían comprado. Entonces tuvieron que reunir más dinero. Contaban que les había salido más cara el agua que la tierra.
– ¿En qué año ocurrió eso?
– ¡Uh, de eso sí que no se lleva cuenta! A mí me lo contaron mis padres. Y así. Se sabe por lo que contaban los padres a los hijos. Pero es verdad. Y por eso los montes son comunales.
 
El tiempo afuera ha empeorado. El cielo se ha puesto más oscuro, y llueve a ratos.
 
– ¿Y se va usted ahora al volcán y la cascada? –pregunta el señor Eusebio.
– ¡Hay que ir! Si no voy ahora, ya no iré.
 
Eusebio saca un eslabón, lo golpea con un trozo de cuarzo que busca por el suelo y alumbra la mecha de su encendedor.
 
– Yo le indicaré el camino desde aquí.
– Muy bien. Tómese unas copas a mi salud.
– Eso sí.
– Pienso escribir algo con lo que usted me ha contado, y a lo mejor me lo publican y me lo pagan, y así saco para el gasto. Aunque igual no me publican nada…
 
 
UN VIAJE POR LAS HURDES: En Las Mestas  Camino de Nuñomoral  En Asegur El señor Eusebio.
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